Al definir la arquitectura de los sentidos, es lógico interesarse por cuáles son estos sentidos y cómo actúan como exploradores de la percepción. Analizamos aquí uno de los sentidos exteroceptivos: el sentido del tacto.

 

El ser humano siente y percibe gracias a las sensaciones captadas por nuestros órganos sensoriales. Desde Aristóteles se habla de cinco sentidos externos básicos llamados exteroceptivos: la visión, la audición, el olfato, el gusto y el tacto. Además de estos sentidos clásicos, las investigaciones psicológicas realizadas a partir de los años 50 plantean los sistemas sensoriales, que van más allá de los originales.  A continuación se enumeran todos y se describe el sentido del tacto.

La maneta és l'encaixada de mans de l'edifici

La manilla es el apretón de manos del edificio.

Sentidos exteroceptivos:

Sentido interoceptivo:

  • Sentido del bienestar físico

Sentidos propioceptivos:

  • Sentido de orientación, del equilibrio corporal o vestibular.
  • Sentido de la posición corporal
  • Sentido del movimiento o cinestésico
  • Sentido háptico o del contacto corporal

 

Sentido del tacto

Para adaptarnos al medio en que vivimos necesitamos conocer no solamente nuestro cuerpo sino también las características del entorno; la vista y el oído son sentidos muy eficaces para identificar el medio, pero el tacto es un sentido próximo capaz de identificar elementos cercanos.

Para Sebastià Serrano, “el tacto nos ofrece información, nos conforta, nos nutre y nos da placer. Nos abre los caminos de la vida al nacer y es el último sentido en abandonarnos al final; por esto no exageraríamos si dijésemos que es la madre de todos los sentidos” (La fiesta de los sentidos. Ed. Now Books, 2009).

Es el sentido cutáneo, a través de la piel, que incluye la temperatura, la presión y el placer-dolor. No solamente tenemos una percepción de nuestro cuerpo en conjunto sino que tenemos sentidos concretos llamados sentidos somáticos que nos dan información de lo que ocurre en la superficie y en el interior del cuerpo.

Los sentidos cutáneos hacen que tengamos conciencia de lo que ocurre en nuestra piel o cerca de ella: mediante el tacto podemos identificar los objetos. La percepción táctil se obtiene a través de la piel, que es el órgano del tacto.

Gracias al tacto distinguimos las diferentes texturas de las superficies, informándonos de la temperatura, textura, peso y dureza, y se trata del sentido más relacionado con nuestra vida afectiva. Sebastià Serrano afirma que “los dedos y las manos disfrutan de una magia increíble y son fuente de placer, salud, belleza, misterio y confianza”.

Las texturas de los objetos evocan sensaciones concretas.

Tocar és l'autèntica veu del sentiment

Tocar es la auténtica voz del sentimiento.