La humanización de la arquitectura

El artículo de Alvar Aalto La humanización de la arquitectura publicado en el año 1940 constituye, a mi entender, el primer texto moderno sobre la arquitectura de los sentidos. El arquitecto se había propuesto mediante la afirmación “hacer más humana la arquitectura significa hacer mejor arquitectura y conseguir un funcionalismo mucho más amplio que el puramente técnico”. En dicho texto se refiere a dos proyectos muy conocidos: el Sanatorio de Paimio, que incluye el diseño de las sillas, y la Biblioteca de Viipuri.

Una de las preocupaciones fundamentales de Aalto es humanizar la arquitectura; en una conferencia pronunciada en 1935 mostraba sus recelos respecto al movimiento moderno:

“La arquitectura del Movimiento Moderno se ha obsesionado demasiado con el mundo de formas del cual surgió por la influencia de los análisis de los nuevos materiales, nuevos procesos, nuevas condiciones sociales, etc… y ha caído en un curioso batiburrillo de tubos cromados, paneles acristalados, formas cubistas y colores estridentes. Parece como si se hubiera hecho todo lo posible por dar a la nueva arquitectura un aspecto más alegre y presumiblemente, más humano, a pesar de lo cual la impresión es de que todavía falta el elemento humano”.

Como hemos mencionado, la aspiración básica de Aalto fue hacer una arquitectura adaptada a las personas corrientes.

Aalto entiende que la habitación del sanatorio para enfermos debe ser diseñada cuidadosamente para personas que yacen en posición horizontal. Para ello idea una serie de estrategias que constituyen un cambio importante en la arquitectura y representa el inicio moderno de la arquitectura de los sentidos. La orientación del ala de dormitorios junto con la disposición asimétrica de las ventanas consiguen un muy buen asoleo por la mañana y otro más suave por la tarde; además, el arquitecto incluye persianas en el exterior para evitar una radiación solar excesiva.

Decide pintar el techo de las habitaciones de color verde pálido; la luz artificial la sitúa en un lugar fuera de la visión del paciente en la unión de la pared con el techo; sitúa los radiadores en el techo en la zona opuesta a la cabeza para que las radiaciones se sitúen sobre los pies y lo más lejos posible de la cabeza. Además, tiene muy en cuenta la posición del paciente para la colocación de ventanas y puertas. Una de las paredes de la habitación es absorbente de sonido y está construida con paneles aislantes revestidos de papel de celulosa.

Los lavabos se diseñaron, ya en aquella época, para que el chorro del agua incidiera con un ángulo preciso de forma que su funcionamiento fuera lo más silencioso posible, lo cual es importante en las habitaciones dobles. Se proyectaron los armarios de madera con ángulos curvos. No incluyó la ventilación forzada debido a que podía producir una corriente de aire molesta para la cabeza del paciente aunque ideó un sistema de ventilación natural que permitía la entrada de aire mediante la combinación de la tarja situada en la parte superior de las ventanas dobles.

Con todas estas medidas el arquitecto quiso demostrar “cómo puede hacerse algo para aliviar el sufrimiento de la gente”.

El Sanatorio de Paimio es un proyecto magnifico realizado en 1938 y con una modernidad extraordinaria; en la actualidad nos sigue impresionando y de tener la oportunidad, no hay que dejar de visitarlo.

La silla tubular de acero constata que “las superficies de acero y cromo no son satisfactorias desde el punto de vista humano: el acero es demasiado buen conductor de calor. Las superficies cromadas reflejan exageradamente el brillo de la luz, incluso acústicamente no resultan apropiadas para una habitación”.

Por esta razón decidió desarrollar sillas de madera curva; al principio los brazos curvos no resistían el peso y se rompían hasta que se le ocurrió hacer secciones de madera mediante láminas encoladas; como él mismo comentaba “tras una larga experimentación con madera se descubrieron las ventajas del sistema flexible a la hora de producir un mobiliario adaptado al factor humano y más apropiado, como material a la vida larga y dolorosa de un sanatorio”.

Aalto proclama que la técnica es sólo una ayuda y que la arquitectura debe cubrir todos los campos de la actividad humana, que se han sobrevalorado las funciones técnicas y se han minimizado las funciones humanas y psicológicas y cree que en la investigación deben prevalecer el arte y el instinto.

Las experiencias de Aalto en edificios hospitalarios con personas sensibles como los pacientes con reacciones físicas y psicológicas le han marcado pautas para el diseño de proyectos de viviendas.

Biblioteca de Viipuri. 1933-1935. Alvar Aalto.

En la Biblioteca de Viipuri, 1933-1935, se propuso afrontar la función humana del edificio que es la lectura de libros. Se dio cuenta que la entrada de luz a través de  las ventanas solo alcanza una parte de una estancia y en consecuencia la iluminación es desigual; por esta razón se estudió la colocación de claraboyas que pueden producir una iluminación más compensada en las zonas alejadas de la ventana.

Biblioteca en Viipuri. Claraboyas.

El problema de la claraboya es que puede producir una iluminación excesiva y directa provocando deslumbramientos. A fin de evitar este problema ideó unas claraboyas de sección cónica de hormigón diseñadas de tal modo que hacen que la luz del sol no incida directamente.

Biblioteca en Viipuri. Detalle de las claraboyas. Luz diurna y luz artificial.

Por otra parte ideó una nueva tipología de biblioteca al separar, mediante un desnivel, las zonas de consulta de las zonas de lectura y estudio. Esta separación la mantuvo en las excelentes bibliotecas que realizó posteriormente logrando una zona apartada de las circulaciones con mayor quietud e intimidad evitando así las distracciones y permitiendo una mayor concentración.

Tanto el Sanatorio de Paimio como la Biblioteca de Viipuri de Alvar Aalto, junto con otros trabajos proyectados por el arquitecto Erik Bryggman (1891-1955) constituyen las obras de mayor significado  del funcionalismo en Finlandia. La corriente funcionalista había nacido bajo el lema “la forma sigue a la función” pero el funcionalismo de Aalto fue más allá. La forma sigue a la función pero también a la experiencia directa; estamos delante de un funcionalismo mucho más amplio que el puramente técnico según afirma el propio Alvar Aalto, un funcionalismo humanizado que es la base de la Arquitectura de los Sentidos.

«El funcionalismo es correcto sólo si puede ampliarse hasta abarcar incluso el campo psicofísico. Ese es el único método de armonizar la arquitectura”. Alvar Aalto

La Arquitectura de los Sentidos. Una propuesta para la intimidad y el recogimiento

Este artículo está dedicado a la Arquitectura de los Sentidos aplicada a la arquitectura religiosa.

La Arquitectura de los Sentidos es una arquitectura que va más allá de la forma y de la visualización. Es una arquitectura para ser vivida, no solo contemplada, en la que participan todos los sentidos: el oído, el olfato, el gusto, el tacto y la vista. La comunión entre el hombre y sus sentidos se puede encontrar en algunas arquitecturas religiosas donde la intimidad y el recogimiento están presentes. No hablamos tanto de espacios geométricos como de espacios habitables por el hombre. Es una arquitectura humanista que busca el bienestar, el confort físico y espiritual, el encontrarse a gusto. No busca el impacto visual, es más, la Arquitectura de los Sentidos se descubre lentamente a partir de un viage emocional por el color, por los materiales que gracias a su plasticidad conmueven, por la luz que se materializa con una gran intensidad y por el predominio de unos acabados que se expresan táctilmente. Los espacios fluyen con densidad y eso permite que nuestra imaginación fluya por el interior del templo o capilla.

A continuación exponemos unos ejemplos de Arquitectura de los Sentidos de templos o capillas edificados entre los años 1957-1997. Cada uno pone el énfasis en estos aspectos: la luz materializada, el sentido emocional del color, la materialidad que caracteriza la construcción; otros templos son como un instrumento musical con cualidades acústicas notables; otras capillas, por su dimensión más reducida, consiguen el sentido de recogimiento e intimidad buscados.

Como dice el arquitecto Steven Holl, “tenemos que intentar acceder a una vida interior que revela la intensidad luminosa del mundo. Únicamente mediante la soledad podemos empezar a adentrarnos en el secreto que nos rodea.”

Capilla de San Ignacio en Seattlle (EUA) de Steven Holl (1994-1997)

La idea inicial del arquitecto para la capilla de San Ignacio fue una acuarela que representaba “siete recipientes de luz en un cofre de piedra”, una metáfora inspirada en la visión de San Ignacio de Loiola de la vida espiritual, caracterizada como la concurrencia de un gran número de “luces” y “sombras”.

Traducidos arquitectónicamente, los “recipientes” se convierten en seis discretos volúmenes espaciales, iluminados de maneras distintas, mientras que el séptimo es una lámina reflectora de agua que forma parte de la secuencia procesional hacia la entrada. Los volúmenes están contenidos en una planta rectangular, la simplicidad encubre la complejidad espacial lograda a medida que los volúmenes explotan hacia las alturas en su búsqueda de luz. En el nártex y la procesión de entrada, la lluz y los juegos de luces y sombras son naturales.

Capilla de San Benito en Sumvitg (Suiza) de Peter Zumthor (1989)

Esta capilla está construida totalmente con madera. El volúmen generado por el plano elíptico en forma de embarcación está revestido con pequeñas tiras de lárix, como tejas en miniatura. Está coronada por un triforio muy detallado que apunta a la delicada estructura interior. Pese a su pequeño tamaño real, el espacio parece más grande acústicamente por encontrarse abierto a un piso inferior y crear un tiempo de reverberación mayor. La capilla, levantada sobre el pradp alpino, tiene una presencia y una elegancia totalmente desproporcionadas por su tamaño, conseguidas gracias a su materialidad.

Capilla para el Campus Universitario en Otaniemi, Helsinki (Finlandia) de Kaija i Heikki Siren (1957).

Esta capilla refleja el sentido nórdico de silencio y de tiempo. Surge como una arquitectura en la que su simplicidad permite su función compleja. Su acertada construcción en madera, ladrillo y cristal, así como su acercamiento al paisaje, son importantes valores arquitectónicos a considerar.

El espacio principal de la capilla parece confluir hacia el lugar de la ceremonia, pero en realidad lo traspasa y se extiende hacia el bosque, borrando la separación entre interior y exterior. El resto de los materiales que construyen el espacio de la capilla evitan cualquier distracción en su condición de estar casi ausentes: el altar, el baptisterio o los reclinatorios, están dibuijados como siluetas, mediante líneas que se materializan. El baptisterio semicircular, colocado sobre esbeltos pies, refleja la luz que viene de la gran ventana. La vista del altar lleva la naturaleza hacia el interior tal como marca cada época del año. El espacio irradia paz concentrada, la unión condensada entre el hombre y la naturaleza, el individuo y el universo.

Iglesia de Bagsvaerd en Copenhaguen (Dinamarca) de Jørn Utzon (1968-1976).

Esta iglesia surgió, por parte del arquitecto creador del proyecto, de la contemplación de las olas del mar levantadas por un viento fuerte rompiendo en hileras paralelas. Las nubes serían el techo de la iglesia, y la luz caería, cruzando las nubes. La iglesia surge lentamente y se libera de todo lo que va en contra de la meditación pura, la independencia pura de  nuestro mundo material. Las superficies ondulantes sugeridas por las nubes resultaban ideales y fueron racionalizadas hasta adoptar la forma de secciones cilíndricas de radio variable.

El acceso a la iglesia se realiza a través de unos porches poco profundos con cierres de cristal. Una ves en el interior, la única luz que penetra en los corredores es cenital: la iglesia no tiene ventanas, ni siquiera hacia los patios. La belleza y la fuerza del espacio residen no solo en el juego exquisito de la lluz a través de las superficies blancas, también en que el techo no es un juego formal, sinó que constituye la propia estructura del edificio.

Iglesia de Temppeliaukio en Hèlsinki (Finlandia) de Timo & Tuomo Suomalainen (1969).

La Iglesia de Temppeliaukio, excavada en la piedra, es una de las atracciones turísticas de la ciudad de Helsinki, teniendo medio millón de visitantes anuales.

El concepto principal del edificio era mantener el carácter original de la plaza donde la iglesia está ubicada. El interior se excavó en la roca, aunque está bañado por la luz natural que entra a través de la cúpula de cristal. La iglesia se utiliza con frecuencia como local de conciertos gracias a su excelente acústica. Esta cualidad se consigue por las superficies de roca rugosa que permanecieron prácticamente sin labrar.

Iglesia en Myyrmäki (Finlandia) de Juha Leiviskä (1980 -1984).

Una característica de la arquitectura de Leiviskä es el sutil y delicado uso de la luz. Especializado en edificios religiosos, sus diseños se caracterizan por ser realitzados de manera monumental, resultando a la vez muy íntimos.

El principal objetivo del diseño era crear una interacción entre lo pequeño y lo grande, entre la sombra y la luz, y un cambio de vibración de la luz. El efecto varía con el paso de los días y las estaciones. La luz llega desde lo alto del amplio muro al altar mayor i, junto con los reflectores, se crean ondas cambiantes de luz en el pasillo de la iglesia, junto a una sensación de ingravidez espacial.

Humanizar la arquitectura: el camino de la Arquitectura de los Sentidos.

Las obras descritas crean empatía en el espectador, en el visitante, en el fiel; son unos espacios con un contenido emocional que refuerza el yo y, en consecuencia, aumentan la profundidad existencial. Las experiencias conmovedoras de la arquitectura son multisensoriales; la Arquitectura de los Sentidos nos ayuda a que esta experiencia de los sentidos integral se produzca.

Por CLAUDI MARTÍNEZ, doctor arquitecto.

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