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Arquitectura con raíces: hacia un equilibrio entre lo local y lo global

En la era de la globalización, la arquitectura se enfrenta a un desafío complejo: cómo ser contemporánea sin perder la conexión con el lugar, su historia y su paisaje. El crítico Kenneth Frampton lo define como la tensión entre la universalización —con sus ventajas y riesgos— y el respeto por la cultura local.

Frampton observa cómo, en cualquier parte del mundo, nos encontramos con los mismos materiales industriales, los mismos diseños repetidos y, a menudo, una falta de identidad que diluye la esencia de los espacios. Ante este fenómeno, propone el concepto de regionalismo crítico, que busca integrar naturaleza y cultura, tradición y modernidad, en un equilibrio respetuoso y significativo.

Vivienda en Caminha

Vivienda en Caminha

Arquitectura que dialoga con el entorno

Algunos proyectos ejemplifican esta filosofía. El arquitecto Eduardo Souto de Moura, por ejemplo, diseñó una vivienda en Caminha adaptándola a los bancales de cultivo, integrando la piedra y la topografía como elementos narrativos de la arquitectura.

En Santiago de Compostela, Víctor López Cotelo llevó a cabo la rehabilitación de la Vaquería Carme de Abaixo, creando un conjunto residencial que conecta lo rural y lo urbano, lo natural y lo construido. El resultado es un espacio que respeta la memoria del lugar y la transforma sin imponerle una identidad ajena.

En Cadaqués, la obra de Peter Harnden y Lanfranco Bombelli, junto con la influencia de J.A. Coderch, demuestra cómo la arquitectura mediterránea puede renovarse sin perder su esencia, inspirándose en la tradición marinera y la arquitectura blanca de las casas de pescadores.

Estos ejemplos nos recuerdan que modernizar no significa borrar el pasado, sino construir sobre él, encontrando un lenguaje arquitectónico que hable tanto al presente como a la memoria colectiva.

Vaquería Carme de Abaixo

Vaquería Carme de Abaixo

Global y local: una paradoja creativa

El filósofo Paul Ricoeur expresó esta paradoja con una pregunta esencial:

«¿Cómo llegar a ser moderno y, al mismo tiempo, regresar a las fuentes?”

Esta reflexión invita a los arquitectos a mirar hacia adelante sin olvidar la cultura que da sentido a cada lugar. Así, un edificio no debería responder solo a una tendencia global, sino también a las condiciones climáticas, lumínicas y culturales de su entorno.

Por ejemplo, crear un solar plano en un terreno inclinado, sin considerar la topografía, supone ignorar el paisaje y romper el vínculo con la naturaleza. La arquitectura consciente se manifiesta en los detalles constructivos y en el diálogo entre materiales, estructura y contexto, generando una poética tectónica que se percibe tanto con la vista como con el cuerpo: la luz, la sombra, la temperatura, los aromas y la textura de los materiales.

La fuerza de la sutileza: arquitectura atenuada

No toda gran arquitectura se impone visualmente. El arquitecto y ensayista Ignacio Solà-Morales defendía la idea de una «arquitectura débil», una arquitectura humilde y sensible que, lejos de buscar protagonismo, se integra de forma casi invisible, adaptándose a lo temporal y lo frágil.

Un ejemplo de esta filosofía es el trabajo de SelgasCano en el Auditorio y Palacio de Congresos de Cartagena, El Batel, donde gran parte del edificio se construyó bajo rasante para minimizar su impacto visual. También en la Casa en La Florida, se respetaron todos los árboles existentes, ubicando la vivienda en un claro natural y logrando así una integración armoniosa con el paisaje.

Este enfoque demuestra que la buena arquitectura no necesita imponerse, sino acompañar, potenciando lo que ya existe y fomentando la conexión emocional entre el espacio y quienes lo habitan.

Casa Fasquelle

Casa Fasquelle

Arquitectura que se siente, arquitectura que pertenece

En palabras de Frampton, «pertenecemos al lugar que habitamos”. Los grandes maestros como Alvar Aalto, Jørn Utzon y Tadao Ando han demostrado que la verdadera modernidad no está reñida con la identidad local. Sus obras son ejemplos de resistencia frente a la homogeneización global, celebrando el espíritu del lugar mediante el respeto al contexto, la luz y la cultura.

En Criteria Arquitecthos creemos en esta visión: diseñar espacios que no solo se vean, sino que se sientan, que conecten con el territorio y las personas, y que dejen una huella duradera, no por su espectacularidad, sino por su autenticidad.

La arquitectura más allá de la imagen: recuperar el sentido existencial

«La percepción nos da las soluciones correctas. Yo sé que uno puede usar el ordenador para descubrir, pero lo que produce es forma; puede ser escultura, pero no necesariamente arquitectura. Hay tanta obra actualmente que es diferente simplemente por ser diferente. Creando arquitectura subida de tono que simplemente te grita».

Glenn Murcutt

En las últimas décadas, hemos asistido a una tendencia en la que gran parte de la producción arquitectónica busca impactar visualmente: edificios diseñados para ser fotografiados, para sorprender por su originalidad formal o por su escala monumental.

El crítico William J. R. Curtis lo ha denunciado en numerosas ocasiones: la arquitectura se está reduciendo a «imágenes superficiales y gestos grandilocuentes». Ejemplos como la Ciudad de la Cultura en Santiago de Compostela, el Palacio de Congresos de Córdoba o la plaza de la Encarnación en Sevilla ilustran esta deriva: proyectos que, por desmesura o desconexión con el entorno, acaban generando rechazo en la ciudadanía.

Palacio de Congresos, Córdoba.

La pérdida de las raíces

El arquitecto y teórico Juhani Pallasmaa lo sintetiza con claridad: «La arquitectura no es un arte visual, sino vivencial, emocional y existencial». Sin embargo, gran parte de la arquitectura contemporánea parece olvidar esta dimensión, quedándose en una estética que impacta, pero no enriquece.

Peter Zumthor plantea la pregunta esencial: «¿Por qué en arquitecturas recientes encuentra uno tan poca confianza en las cosas primigenias que constituyen la arquitectura?» Para él, esas raíces están en los materiales, la construcción, la luz, el vacío, el olor, la calidez, la sensualidad y la serenidad. En definitiva, en todo aquello que hace que un espacio se habite y se recuerde.

Arquitectura fotogénica vs. arquitectura vivencial

En la era de la fotografía y las redes sociales, se tiende a valorar los edificios por lo fotogénicos que resultan. El arquitecto Helio Piñón critica esta tendencia con dureza, refiriéndose a ella como «dandismo plástico»: una elegancia aparente que esconde incoherencia y ausencia de verdad constructiva. Es una arquitectura que se queda en la superficie, en lo vistoso, pero que no resiste el paso del tiempo ni genera experiencias significativas en quienes la habitan.

Plaza de la Encarnación, Sevilla.

El diseño como responsabilidad social

El arquitecto finlandés Alvar Aalto, desde su profundo compromiso con la sociedad, advertía sobre los riesgos de un diseño exagerado. Para él, la arquitectura debía ser capaz de acompañar la vida humana en su complejidad: «La vida humana es una combinación de tragedia y comedia; las formas y los diseños que nos rodean son la música de acompañamiento (…) Todo diseño exagerado supone algo más que una burla hacia los demás».

Aalto defendía una arquitectura capaz de crear armonía, no estridencia; una arquitectura moralmente responsable, que ayude a las personas a vivir de forma más plena y natural.

En conclusión, la arquitectura vivencial es aquella que se experimenta con todos los sentidos, que acompaña a las personas y dialoga con el entorno. Frente a la tentación del espectáculo y lo inmediato, los grandes maestros nos recuerdan que la buena arquitectura es la que emociona sin necesidad de gritar, la que deja huella porque se integra en nuestra memoria y en nuestra vida cotidiana.

Arquitectura sensorial en entornos rurales: tres intervenciones que transforman el paisaje

Cada vez más, quienes apuestan por el turismo rural, el enoturismo o las celebraciones en plena naturaleza buscan algo más que un espacio bonito: quieren vivir una experiencia auténtica, envolvente, con alma. Desde Criteria Arquitecthos, llevamos décadas trabajando en la recuperación y transformación de edificaciones rurales con un enfoque sensorial, respetuoso con el entorno y pensado para el bienestar.

En esta entrada presentamos tres intervenciones distintas, pero con un mismo hilo conductor: rehabilitar sin perder el alma del lugar, ofreciendo a quienes lo habitan una experiencia emocional, acogedora y memorable.

Mas El Martí: una masía del siglo XV transformada en espacio para eventos

Situada en pleno Parque Natural del Montseny, esta masía catalana del siglo XV fue rehabilitada para acoger celebraciones, banquetes y convenciones. La intervención recupera los antiguos corrales y los convierte en amplias salas de restauración, anexadas al cuerpo central de la masía.

Se respetaron y restauraron cuidadosamente los materiales originales —madera, piedra y techos a la vista—, mientras que los jardines exteriores se diseñaron como una extensión natural del paisaje, con vistas abiertas al bosque y a las montañas.

El resultado es un espacio que transmite calidez emocional y armonía, pensado para disfrutar, compartir y recordar. Un lugar que conserva la esencia de su pasado y la proyecta hacia el futuro.

Mas El Marti, fachada delantera.

Mas El Martí

Mas Falgarona: suites, spa y celebraciones en un entorno rural con encanto

En el Empordà más sereno, donde el llano se funde con la montaña, se encuentra Mas Falgarona, una masía del siglo XVII convertida en hotel con spa. Criteria Arquitecthos intervino para ampliar sus servicios y potenciar su vocación de hospitalidad.

Dos antiguos graneros se transformaron: uno en un pabellón flexible para eventos y el otro en un conjunto de seis suites independientes. En la parte posterior, un spa de líneas limpias y materiales nobles se abre al paisaje garantizando privacidad, bienestar y luz natural.

La intervención respeta la arquitectura rural original y la acompaña con una decoración contemporánea y sobria, creando una atmósfera de intimidad y confort, perfecta para desconectar del mundo sin alejarse de la tradición.

Mas Falgarona

Mas Falgarona

Heretat Mas Corrubí: arquitectura, vino y paisaje

En el Alt Camp, rodeada de viñedos, se encuentra esta pequeña sala de catas rehabilitada a partir de un antiguo pajar agrícola. El proyecto plantea una primera fase de revitalización del entorno, incorporando una sala diáfana y un refugio rural en contacto directo con las cepas de malvasía y el horizonte.

La intervención recupera los muros de piedra existentes y los combina con nuevos elementos de cal, teja envejecida y madera. Los materiales tradicionales, combinados con un diseño abierto y sostenible, permiten que el edificio se integre visual y emocionalmente en el paisaje.

La sala, pensada para degustar vino y conversar sin prisas, ofrece una experiencia sensorial completa: texturas naturales, luz cálida, aromas del entorno y silencio. Una arquitectura que acoge y acompaña.

Heretat Mas Corrubí

Heretat Mas Corrubí

Arquitectura para sentir: rehabilitar desde los sentidos

Estos tres ejemplos, incluidos en el libro La arquitectura como experiencia sensorial de Claudi Martínez, reflejan una forma de entender la rehabilitación rural que va más allá de la funcionalidad o la estética: se trata de crear atmósferas, cuidar los detalles, escuchar el lugar y ofrecer a sus visitantes una vivencia emocional y sensorial.

Si tienes una masía, bodega, finca rural o espacio que imaginas transformado en un lugar para el bienestar, el turismo o la cultura, en Criteria Arquitecthos podemos ayudarte a hacerlo realidad.

 

La arquitectura como experiencia sensorial

Un viaje a través de los sentidos

En mayo del presente año, Claudi Martínez, arquitecto y director de Criteria Arquitecthos, presentó su nuevo libro La arquitectura como experiencia sensorial. Obras y proyectos 1977-2024. Publicado por la editorial Recolectores Urbanos, el volumen recoge casi cinco décadas de arquitectura centrada en el bienestar humano, la hapticidad y la poética del espacio.

El libro reúne la mirada sensible de un arquitecto que, desde sus inicios, ha proyectado espacios pensados para ser habitados con todos los sentidos. Como apunta Félix Solaguren-Beascoa, director de la ETSAB:

«Claudi Martínez propone una experiencia sensorial. Da igual que sea arquitectónica o pintada, pues todo nace de la combinación de lo material y de lo inmaterial, generando vínculos inseparables.»

La arquitectura como experiencia sensorial

Ana García, arquitecta en NeuronaLab, describe el trabajo de Claudi como una «búsqueda incansable de plantear propuestas comprensibles por cualquier espectador», con un enfoque humanista, sensorial y cercano. Y Pilar Chueca, también arquitecta, destaca su atención por la calidez, el detalle, la integración en el entorno y la libertad creativa. En palabras del propio autor:

«La arquitectura debe emocionar: la vida sin emociones tiene poco sentido.»

Ejemplos de una arquitectura que se siente

El libro incluye una selección de proyectos que ilustran su evolución y compromiso con la arquitectura de los sentidos. Presentamos tres ejemplos:

Edificio Criteria

1. Edificio Criteria, apartamentos en Sarrià (Barcelona)

Diseñado para ofrecer confort urbano, este conjunto de viviendas en el centro de Barcelona destaca por su diseño integral, desde la planificación inmobiliaria hasta el último detalle interior. La fachada ventilada de piedra ámbar regula el clima interior, mientras que los suelos de madera, los colores cálidos y los espacios amplios crean un ambiente cálido y acogedor.

2. Casa entre medianeras en Sant Just Desvern

Construida en un solar estrecho, esta vivienda apuesta por la luz natural, la apertura de espacios y la calidez de los materiales: madera, acero y hormigón visto. La escalera central, que se desmaterializa a medida que asciende, vertebra un espacio fluido y acogedor donde prima el sosiego y la funcionalidad.

Casa Sant Just Desvern

3. Oficinas Quality Espresso

La arquitectura también mejora nuestra experiencia laboral. En estas oficinas, diseñadas por Criteria Arquitecthos, la luz natural, los espacios abiertos y la integración visual fomentan la creatividad y el trabajo en equipo. El diseño interior combina formas orgánicas, materiales nobles y confort acústico para transformar el espacio de trabajo en un entorno estimulante y agradable.

Quality Espresso

Una obra extensa y singular

La arquitectura como experiencia sensorial reúne el trabajo de Claudi Martínez desde 1977 hasta la actualidad. Incluye viviendas urbanas y rurales, espacios para el ocio, bodegas, diseño de objetos, equipamientos públicos y muchas otras propuestas donde el común denominador es la sensibilidad hacia la materia, la luz, el paisaje y las emociones humanas.

El libro está disponible en Recolectores Urbanos y en la Llibreria La Capell, especializada en arquitectura y urbanismo. También puedes consultar otras obras del autor en su web oficial.

Cuando la arquitectura se percibe con todo el cuerpo

Una aproximación fenomenológica al espacio construido

Durante décadas, la arquitectura ha sido enseñada, teorizada y evaluada desde una mirada centrada en la forma y en lo visual: planos, fachadas, geometrías. Pero ¿qué ocurre cuando nos preguntamos no solo cómo se ve un espacio, sino cómo se siente al habitarlo?

En uno de los capítulos del libro, La arquitectura de los sentidos, Claudi Martínez profundiza en esta cuestión: ¿cómo percibimos realmente un edificio? ¿Qué papel juegan el tacto, el oído, el olfato, la memoria y la emoción en nuestra experiencia del espacio?

Ayuntamiento de Säynätsalo de Alvar Aalto

Ayuntamiento de Säynätsalo de Alvar Aalto

La percepción no es pasiva: es un proceso activo, dinámico y profundamente influido por nuestras vivencias pasadas. Cada vez que entramos en un lugar nuevo, nuestro cuerpo y nuestro cerebro formulan hipótesis, infieren sentidos, se dejan afectar por estímulos complejos y muchas veces sutiles: una textura áspera bajo los dedos, la luz tamizada por una celosía, la acústica de un techo abovedado, un olor que nos transporta a la infancia.

La arquitectura, entendida desde la fenomenología, no es solo un conjunto de formas. Es experiencia. Es cuerpo. Es emoción. Arquitectos como Steven Holl, Le Corbusier o Toyo Ito han trabajado desde esta sensibilidad: construyen con luz, con sombra, con aire, con silencio. Visitar la Capilla de Ronchamp o el Templo de Ryōan-ji no es simplemente recorrer espacios, sino entregarse a una vivencia integral que activa todos los sentidos.

Capilla Notre Dame du Haut, de Ronchamp

Capilla Notre Dame du Haut, de Ronchamp

En el Museo Judío de Berlín de Daniel Libeskind, los pasillos inclinados, los vacíos, los ángulos agudos no buscan comodidad, sino memoria. Allí la arquitectura siente —y nos hace sentir. Al contrario, en el Tanatorio de Meiso no Mori, Toyo Ito diseña un lugar que quiere parecerse al cielo: luz cálida, techos ondulantes, paisaje visible, tiempo suspendido.

Numerosos estudios en el campo de la neurociencia ya confirman lo que los grandes arquitectos intuitivos llevan años explorando: que los entornos influyen en nuestro bienestar físico, psicológico y emocional. Espacios con vegetación, luz natural y materiales nobles reducen el estrés, mejoran el estado de ánimo e incluso estimulan la creatividad.

el Templo de Ryōan-ji

El Templo de Ryōan-ji

¿Y si enseñáramos arquitectura no solo como una técnica de proyectar formas, sino como un arte de diseñar percepciones? ¿Y si, en lugar de preguntar cómo se ve un edificio, nos preguntáramos cómo se vive?

Quizá entonces podríamos acercarnos a una arquitectura verdaderamente humana: una arquitectura que nos acoge, que nos toca, que nos transforma.

Memorias del Mediterráneo: clausura de una exposición viva

Hoy, 9 de abril, clausuramos la exposición Memorias del Mediterráneo en la Galería Jorge Alcolea de Barcelona. Durante estas semanas, este viaje visual y emocional a través de las sensaciones del Mediterráneo ha reunido a centenares de visitantes, coleccionistas, profesionales del mundo del arte y amigos, consolidando una vez más la trayectoria pictórica de Claudi Martínez. En este artículo queremos compartir algunas reflexiones en torno al proyecto expositivo, a partir del discurso que el artista pronunció el día de la inauguración y de las emociones vividas a lo largo de la muestra.

Una exposición que conecta paisaje y emoción

Tal como expresó Claudi en su presentación:

“Cada dos años presento una nueva colección de pintura y, si os acordáis, ya han pasado dos años de la anterior, aquí mismo. Estoy muy feliz de presentar Memorias del Mediterráneo, que es la exposición número 69, realizada en 23 ciudades de 8 países diferentes: ¡realmente puedo dar gracias a la vida!”

La colección recoge sensaciones y emociones vividas en lugares como la Costa Brava, Formentera, el Etna, las islas Eolias o la isla de Procida. A través de una paleta vibrante y gestual, Claudi destila la luz, la textura y la atmósfera de estos lugares convirtiéndolos en metáforas pictóricas. La exposición incluye también una serie de obras que el autor denomina divertimentos, en referencia a la libertad creativa que recuerda al espíritu de Mozart.

Los títulos de las obras, elaborados con la colaboración del escritor Joan Mercé y su esposa Biorica, orientan al espectador en este recorrido sensorial: Naranjos y estelas en la mar, Aromas de azahar, Lavandas y viñedos, Mar en calma, Atardecer junto al mar… Son fragmentos poéticos que complementan la lectura visual de cada pieza.

Una mirada abierta y progresiva

Durante su discurso, Claudi recordó una anécdota con la crítica de arte Maria Lluïsa Borràs:

“Le preguntaron cómo sabía que una obra de arte era de calidad. Contestó que un cuadro es como un libro: ves primero la portada y el título, y a medida que lo vas leyendo vas captando el mensaje del autor.”

Este concepto enlaza con la idea del escritor Joan Ferrater, quien definía el arte como una “opacidad transparente”. La primera mirada no siempre revela el significado de la obra; se necesita tiempo, atención y una apertura emocional para descubrirlo. Esta es una de las claves de la exposición: invitar a una contemplación pausada, a dejarse atravesar por el color y la materia, y reconectar con el recuerdo del paisaje y las emociones que despierta.

Pasión por la pintura: una vida dedicada al arte

Otro de los momentos destacados de la inauguración fue la presentación del libro Pasión por la pintura, escrito por el filósofo y crítico Arnau Puig, Premio Nacional de Cultura y figura fundacional del grupo Dau al Set.

“Nos conocimos hace años en la Escuela de Arquitectura, donde él era catedrático de Historia del Arte y presidió el tribunal de mi tesis doctoral. Este libro recoge todas las colecciones que he ido produciendo desde mis inicios.”

Pasión por la pintura es un recorrido por la obra de Claudi Martínez que pone de relieve su evolución como pintor y su manera de entender la pintura como una extensión emocional y matérica de su arquitectura de pensamiento.

Gracias por formar parte de esta experiencia

Finalmente, Claudi quiso agradecer a todos los asistentes su presencia y afecto:

“Gracias por vuestra presencia, por vuestra insistencia y sobre todo por vuestro afecto.”

Este espíritu de celebración y encuentro ha estado muy presente a lo largo de toda la muestra. La exposición ha generado diálogos, emociones y reflexiones. Ha sido un espacio vivo, donde la pintura ha ejercido su capacidad de convocar sensibilidades.

Nos despedimos de Memorias del Mediterráneo con la satisfacción de haber compartido una mirada y una experiencia colectiva.

Hapticidad, Memoria y Emociones: Diseñando con los Sentidos

La importancia de la hapticidad en la experiencia arquitectónica

La arquitectura no es solo una cuestión de formas, estructuras y funcionalidad. Es, ante todo, una experiencia sensorial que moldea nuestras emociones y nuestra percepción del espacio. En este contexto, la hapticidad juega un papel fundamental. Este concepto, poco conocido fuera del ámbito especializado, hace referencia a la percepción del mundo a través del tacto y del movimiento del cuerpo en el espacio. Es decir, no solo lo que tocamos, sino cómo interactuamos con nuestro entorno físico.

Diseñar desde la hapticidad significa entender que las texturas, materiales y disposiciones espaciales generan respuestas emocionales profundas. La rugosidad de una pared, la frialdad del metal o la calidez de la madera evocan recuerdos, asociaciones y sensaciones que impactan en nuestro bienestar.

Espacio acogedor con textura de madera, un espació frío y otro cálido

La memoria táctil y las emociones

Nuestra memoria está estrechamente ligada al sentido del tacto. Recordamos lo que tocamos y asociamos sensaciones físicas con estados emocionales específicos. Un estudio experimental de la investigadora Teresa Dezcallar demostró que diferentes materiales evocan sentimientos muy concretos:

  • Suavidad y blandura (tejidos): confort, calidez, tranquilidad.
  • Superficies lisas y resbaladizas (Aeronfix, celofán): ligereza, limpieza, claridad.
  • Texturas duras y rugosas (piedras, papel de lija): fortaleza, agresividad, angustia.
  • Materiales moldeables y pegajosos (Bluetack): flexibilidad, juego, incertidumbre.

Estos resultados muestran cómo los materiales no son elementos neutros en la experiencia arquitectónica, sino que pueden inducir estados de ánimo específicos y configurar la percepción de un espacio.

Textura de madera de color verde

Diseñar desde el cuerpo: el impacto del entorno en nuestra psicología

El diseño arquitectónico influye directamente en nuestro sistema nervioso. Un espacio angosto y oscuro genera tensión, mientras que un entorno amplio y luminoso fomenta la relajación. El profesor Jader Tolja, experto en Body Conscious Design en la Domus Academy of Design de Milán, ha investigado cómo la arquitectura y el diseño urbano afectan a nuestra mente y cuerpo. Según sus estudios:

  • Los muebles bajos y horizontales inducen calma.
  • Los elementos altos y verticales generan alerta y tensión.
  • Un espacio largo y estrecho restringe la movilidad y provoca sensación de opresión.
  • Un horizonte amplio ofrece sensación de bienestar y libertad.

Estos principios demuestran que el diseño debe partir de la experiencia del cuerpo en el espacio, no solo de criterios estéticos o funcionales.

Textura ladrillo de piedra

La vida de los sentidos: una arquitectura para el bienestar

La arquitectura tiene la capacidad de estimular nuestros sentidos y mejorar nuestra calidad de vida. No solo se trata de ver un edificio, sino de experimentarlo a través de la luz, el sonido, el tacto y el movimiento. Al igual que la música, la gastronomía o el arte, los espacios también pueden proporcionar placer sensorial si son diseñados con conciencia.

Como arquitectos, es fundamental integrar la hapticidad en el diseño, eligiendo materiales que generen confort y proyectando espacios que inviten al bienestar. Al hacerlo, no solo creamos lugares funcionales, sino experiencias que quedan grabadas en la memoria emocional de quienes los habitan.

En Criteria Arquitecthos, creemos en una arquitectura que se siente, se vive y se recuerda.

Claudi Martínez: De la Arquitectura de los Sentidos a la Abstracción Poética

La conexión entre la arquitectura y la pintura es un camino natural para aquellos que buscan transmitir sensaciones más allá de la forma y la función. Claudi Martínez, arquitecto y pintor, ha desarrollado un lenguaje visual propio en el que la luz, el color y la materia se entrelazan para crear experiencias sensoriales. Con una trayectoria consolidada en ambos campos, Martínez nos invita a adentrarnos en su universo pictórico a través de su nueva exposición: Memorias del Mediterráneo, que podrá visitarse del 13 de marzo al 8 de abril en la Galería Jorge Alcolea en Barcelona.

Invitación a la exposición de Claudi Martíne en la Galería Jorge Alcolea.

Un artista con raíces en el arte y la arquitectura

Nacido en la calle Consejo de Ciento, en el distrito del Eixample de Barcelona, Claudi Martínez creció rodeado de arte. Su tío, el pintor y escultor Josep Maria Martínez Virgili, fue su primera gran influencia y un vínculo directo con la tradición artística catalana. Su formación en la Escuela de Arquitectura le proporcionó un profundo conocimiento del dibujo y el color, pero su exploración pictórica se vio enriquecida por su aprendizaje junto a grandes nombres como Ramón Sanvisens y Teresa Llàcer, así como por su paso por el taller del pintor Carlos Bayod Serafini, donde se adentró en la disciplina de la Sensología.

A lo largo de su carrera, Martínez ha participado en 69 exposiciones en 23 ciudades de 8 países, consolidando su estilo dentro de la abstracción poética. Su trabajo arquitectónico en Criteria Arquitecthos, estudio que dirige, se basa en la Arquitectura de los Sentidos, una filosofía que busca generar bienestar a través del diseño de espacios únicos y personalizados. Esta visión también se traslada a su pintura, donde la atmósfera y la emoción son elementos clave.

La visión de Arnau Puig: gestos, materia y emoción

El historiador y crítico de arte Arnau Puig definió la obra de Martínez como «la ambivalencia entre el placer del gesto y la densidad de la emoción». Su pintura es una exploración del color y la materia como vehículos de expresión, en los que cada trazo es una respuesta a su entorno. «Todo era pertinente y todo era suficientemente justificado porque las materias, los colores, en este caso son, en verdad, ellos mismos: materias y colores, pero básicamente, fundamentalmente, fluido emocional, deseo de expresión plástica», destacaba Puig sobre su trabajo.

Obra Naranjas y estelas en la mar

Obra «Naranjas y estelas en la mar», de la colección Memorias del Mediterráneo.

Memorias del Mediterráneo: un viaje sensorial a través del color

En su nueva serie, Memorias del Mediterráneo, Claudi Martínez plasma su conexión con el mar a través de una vibrante paleta cromática y una expresión libre de las formas. La exposición recoge su recorrido pictórico desde las Islas Medas hasta Sicilia, pasando por las Islas Pitiusas, las Eolias y el Golfo de Nápoles. Más que una representación literal, estas obras son una interpretación subjetiva de sus vivencias frente al mar, una metáfora visual de la memoria y la emoción.

Según la crítica de arte Imma Gómez, «el Mediterráneo es aquí algo más que un reflejo de la memoria; es una muestra de constante transformación plástica y una metáfora de búsqueda de identidad y conexión con el recuerdo». A través de formas difusas, contrastes de luz y una atmósfera profundamente emocional, la pintura de Martínez nos invita a un viaje sensorial, donde el color deja de ser un simple recurso estético para convertirse en un puente entre sentimiento y paisaje.

La pintura como lenguaje de identidad

Para Claudi Martínez, la pintura es una extensión natural de su lenguaje arquitectónico, pero con una libertad absoluta. Como él mismo afirma: «Pinto la luz y el color del Mediterráneo como quien intenta retener el instante en la memoria». Cada obra es una exploración de la atmósfera y la percepción, donde los límites entre lo real y lo abstracto se diluyen.

Del 13 de marzo al 8 de abril, en la Galería Jorge Alcolea, los visitantes podrán sumergirse en esta experiencia pictórica y descubrir cómo la mirada de un arquitecto se transforma en pinceladas que evocan la inmensidad del mar y la riqueza de sus paisajes.

La Polifonía de los Sentidos: La Experiencia del Mar

Si en nuestra entrada anterior exploramos el bosque como un espacio de encuentro multisensorial, hoy dirigimos la mirada hacia otro elemento esencial: el mar. Su presencia, tanto inmensa como cambiante, activa una sinfonía de sentidos que transforma nuestra percepción del entorno y nos invita a una profunda conexión con la naturaleza y la arquitectura que lo enmarca.

Una sinfonía sensorial en movimiento

El mar despierta en nosotros una experiencia integral. Su característico azul, cambiante bajo la luz, refleja el infinito en contraste con el movimiento rítmico de las olas. El sabor salado y el olor del yodo se convierten en una señal inequívoca de su presencia, mientras el tacto de la arena o las piedras bajo nuestros pies ancla nuestra sensación de bienestar. Pero el mar no solo se percibe; se vive también en movimiento. Sentir el vaivén de las olas al nadar o al caminar por la orilla es experimentar una danza entre el cuerpo humano y la naturaleza.

El Peine del Viento

El Peine del Viento: un mirador hacia lo sublime

En la bahía de La Concha, al final de la playa de Ondarreta en San Sebastián, el mar se encuentra con el arte y la arquitectura en una experiencia sin igual. El arquitecto Luis Peña Ganchegui diseñó una serie de terrazas de granito rosa Porriño que articulan el paseo marítimo con el entorno natural. Este espacio es también hogar de la serie escultórica de Eduardo Chillida, El Peine del Viento, cuyas imponentes piezas de acero de 12 toneladas dialogan con las olas y los vientos que las rodean.

Este lugar, dividido en tres niveles, ofrece una transición gradual entre el espacio urbano y el mar. Las gradas permiten la contemplación tranquila, mientras el diseño incluye orificios que conectan con un antiguo colector, generando chorros de agua que forman nubes marinas y arcoíris, intensificando así la sensación de estar en un entorno vivo y en constante cambio.

Casa Van Diestre

Casas que capturan la esencia del mar

La arquitectura residencial también puede capturar la experiencia del mar. En Cala Molí, Ibiza, la Casa Van Diestre de los arquitectos Elías Torres y José Antonio Martínez se integra al paisaje costero con terrazas amplias y toldos triangulares que evocan velas de colores. Estos elementos no solo proporcionan sombra, sino que también recrean la sensación de navegar, transformando el espacio habitable en una extensión del mar.

Por otro lado, la Casa Malaparte en Capri, Italia, obra del escritor Curzio Malaparte, redefine el concepto de la contemplación marina. Situada sobre un acantilado, su diseño incluye una terraza piramidal y una escalera que se extiende como un camino serpenteante desde el nivel del mar. En su interior, destaca una sala con enormes ventanales que enmarcan el paisaje costero, mientras una chimenea se convierte en escenario de un atardecer donde el fuego y la luz se fusionan en un espectáculo sensorial.

Casa Malaparte

Arquitectura y naturaleza: una experiencia compartida

Al igual que el bosque, el mar inspira a la arquitectura para generar espacios donde el ser humano pueda reconectar con lo esencial. En cada una de estas obras, la relación entre lo natural y lo construido despierta una experiencia polifónica de los sentidos, recordándonos que la interacción armoniosa entre naturaleza y diseño arquitectónico puede transformar nuestra percepción del mundo.

La Polifonía de los Sentidos: La Experiencia del Bosque

La conexión entre el ser humano y su entorno es mucho más que visual; nuestros sentidos interactúan continuamente con los espacios que habitamos, creando experiencias multisensoriales que modelan nuestro bienestar físico, psicológico y emocional. En este contexto, la idea de la «polifonía de los sentidos», tal y como la plantea Gaston Bachelard, toma especial relevancia al considerar cómo la arquitectura no solo se experimenta a través de la vista, sino también mediante el tacto, el oído, el olfato y el gusto. En este artículo exploraremos cómo los espacios arquitectónicos pueden generar experiencias sensoriales intensas, a través de un enfoque holístico que fomente el bienestar integral.

El Concepto de la Polifonía de los Sentidos

La «polifonía de los sentidos» se refiere a la interacción simultánea y armónica de diferentes modalidades sensoriales que, al combinarse, enriquecen nuestra experiencia del entorno. Bachelard habla de la sinfonía sensorial que se produce cuando estamos en contacto con la naturaleza, donde cada sentido juega un papel fundamental en la creación de una atmósfera única. Así, al pasear por el bosque o caminar cerca del mar, no solo percibimos el paisaje a través de la vista, sino que nuestras emociones se intensifican por la mezcla de sonidos, olores y texturas que nos rodean.

La Experiencia del Bosque: Un Encuentro Sensorial Completo

La experiencia de caminar por un bosque es un ejemplo claro de cómo los sentidos trabajan juntos para ofrecer una vivencia profunda y restauradora. Estudios científicos han comprobado los efectos terapéuticos de la naturaleza sobre la salud mental y física, confirmando lo que muchas culturas han sabido durante siglos: estar en contacto con la naturaleza tiene un poder sanador. La investigación del psicólogo ambiental Terry Hartig ha demostrado que la inmersión en paisajes naturales puede reducir el estrés, mejorar la tensión arterial y fortalecer el sistema inmunológico. Además, el concepto japonés de «Shinrin-yoku» («baño de bosque») resalta cómo la absorción de los olores y sonidos del bosque tiene efectos positivos sobre la salud.

Al caminar por el bosque, nos encontramos rodeados por una amalgama de estímulos sensoriales: el crujir de las hojas bajo nuestros pies, el canto de los pájaros en lo alto, el susurro del viento entre los árboles y el frescor del aire impregnado con el aroma de la tierra húmeda. Cada uno de estos estímulos contribuye a la creación de un entorno multisensorial que favorece la relajación y la restauración emocional. Este tipo de experiencias sensoriales no solo nos conectan con el entorno natural, sino que también nos ayudan a restablecer el equilibrio interior.

La Casa de la Cascada, de Frank Lloyd Wright.

La Casa de la Cascada, de Frank Lloyd Wright.

La Arquitectura y la Naturaleza: Integración Sensorial

Algunos arquitectos han entendido la importancia de integrar la naturaleza en sus diseños para crear experiencias sensoriales que vayan más allá de la estética visual. Frank Lloyd Wright, uno de los máximos exponentes de esta filosofía, es conocido por sus diseños que promueven una conexión profunda entre la arquitectura y el paisaje natural. Su famosa obra, la Casa de la Cascada (Fallingwater), ejemplifica cómo la arquitectura puede ser una extensión de la naturaleza misma. La casa no solo se encuentra en medio del bosque, sino que el agua de la cascada fluye a través de la vivienda, permitiendo que los habitantes experimenten la naturaleza de una forma única y total.

La Casa de la Cascada, por su parte, ofrece una experiencia multisensorial en la que el sonido del agua, la textura de las piedras y el aire fresco del bosque se combinan para crear una atmósfera de armonía y serenidad. Este enfoque innovador de Wright resalta cómo la arquitectura puede y debe ser un vehículo para la experiencia sensorial completa, más allá de la simple funcionalidad.

Villa Mairea, de Alvar Aalto.

Villa Mairea, de Alvar Aalto.

Alvar Aalto, otro arquitecto destacado en este ámbito, diseñó la Villa Mairea en Noormarkku, Finlandia, con el objetivo de fusionar la casa con el bosque circundante. Utilizando materiales naturales como la madera y creando espacios que se abren directamente al paisaje, Aalto invita a los habitantes de la casa a experimentar la naturaleza de una manera continua y envolvente. La disposición de los pilares de madera en la marquesina de la casa no solo ofrece soporte estructural, sino que también refuerza la sensación de estar en un espacio orgánico y unido al entorno natural.

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