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La humanización de la arquitectura

El artículo de Alvar Aalto La humanización de la arquitectura publicado en el año 1940 constituye, a mi entender, el primer texto moderno sobre la arquitectura de los sentidos. El arquitecto se había propuesto mediante la afirmación “hacer más humana la arquitectura significa hacer mejor arquitectura y conseguir un funcionalismo mucho más amplio que el puramente técnico”. En dicho texto se refiere a dos proyectos muy conocidos: el Sanatorio de Paimio, que incluye el diseño de las sillas, y la Biblioteca de Viipuri.

Una de las preocupaciones fundamentales de Aalto es humanizar la arquitectura; en una conferencia pronunciada en 1935 mostraba sus recelos respecto al movimiento moderno:

“La arquitectura del Movimiento Moderno se ha obsesionado demasiado con el mundo de formas del cual surgió por la influencia de los análisis de los nuevos materiales, nuevos procesos, nuevas condiciones sociales, etc… y ha caído en un curioso batiburrillo de tubos cromados, paneles acristalados, formas cubistas y colores estridentes. Parece como si se hubiera hecho todo lo posible por dar a la nueva arquitectura un aspecto más alegre y presumiblemente, más humano, a pesar de lo cual la impresión es de que todavía falta el elemento humano”.

Como hemos mencionado, la aspiración básica de Aalto fue hacer una arquitectura adaptada a las personas corrientes.

Aalto entiende que la habitación del sanatorio para enfermos debe ser diseñada cuidadosamente para personas que yacen en posición horizontal. Para ello idea una serie de estrategias que constituyen un cambio importante en la arquitectura y representa el inicio moderno de la arquitectura de los sentidos. La orientación del ala de dormitorios junto con la disposición asimétrica de las ventanas consiguen un muy buen asoleo por la mañana y otro más suave por la tarde; además, el arquitecto incluye persianas en el exterior para evitar una radiación solar excesiva.

Decide pintar el techo de las habitaciones de color verde pálido; la luz artificial la sitúa en un lugar fuera de la visión del paciente en la unión de la pared con el techo; sitúa los radiadores en el techo en la zona opuesta a la cabeza para que las radiaciones se sitúen sobre los pies y lo más lejos posible de la cabeza. Además, tiene muy en cuenta la posición del paciente para la colocación de ventanas y puertas. Una de las paredes de la habitación es absorbente de sonido y está construida con paneles aislantes revestidos de papel de celulosa.

Los lavabos se diseñaron, ya en aquella época, para que el chorro del agua incidiera con un ángulo preciso de forma que su funcionamiento fuera lo más silencioso posible, lo cual es importante en las habitaciones dobles. Se proyectaron los armarios de madera con ángulos curvos. No incluyó la ventilación forzada debido a que podía producir una corriente de aire molesta para la cabeza del paciente aunque ideó un sistema de ventilación natural que permitía la entrada de aire mediante la combinación de la tarja situada en la parte superior de las ventanas dobles.

Con todas estas medidas el arquitecto quiso demostrar “cómo puede hacerse algo para aliviar el sufrimiento de la gente”.

El Sanatorio de Paimio es un proyecto magnifico realizado en 1938 y con una modernidad extraordinaria; en la actualidad nos sigue impresionando y de tener la oportunidad, no hay que dejar de visitarlo.

La silla tubular de acero constata que “las superficies de acero y cromo no son satisfactorias desde el punto de vista humano: el acero es demasiado buen conductor de calor. Las superficies cromadas reflejan exageradamente el brillo de la luz, incluso acústicamente no resultan apropiadas para una habitación”.

Por esta razón decidió desarrollar sillas de madera curva; al principio los brazos curvos no resistían el peso y se rompían hasta que se le ocurrió hacer secciones de madera mediante láminas encoladas; como él mismo comentaba “tras una larga experimentación con madera se descubrieron las ventajas del sistema flexible a la hora de producir un mobiliario adaptado al factor humano y más apropiado, como material a la vida larga y dolorosa de un sanatorio”.

Aalto proclama que la técnica es sólo una ayuda y que la arquitectura debe cubrir todos los campos de la actividad humana, que se han sobrevalorado las funciones técnicas y se han minimizado las funciones humanas y psicológicas y cree que en la investigación deben prevalecer el arte y el instinto.

Las experiencias de Aalto en edificios hospitalarios con personas sensibles como los pacientes con reacciones físicas y psicológicas le han marcado pautas para el diseño de proyectos de viviendas.

Biblioteca de Viipuri. 1933-1935. Alvar Aalto.

En la Biblioteca de Viipuri, 1933-1935, se propuso afrontar la función humana del edificio que es la lectura de libros. Se dio cuenta que la entrada de luz a través de  las ventanas solo alcanza una parte de una estancia y en consecuencia la iluminación es desigual; por esta razón se estudió la colocación de claraboyas que pueden producir una iluminación más compensada en las zonas alejadas de la ventana.

Biblioteca en Viipuri. Claraboyas.

El problema de la claraboya es que puede producir una iluminación excesiva y directa provocando deslumbramientos. A fin de evitar este problema ideó unas claraboyas de sección cónica de hormigón diseñadas de tal modo que hacen que la luz del sol no incida directamente.

Biblioteca en Viipuri. Detalle de las claraboyas. Luz diurna y luz artificial.

Por otra parte ideó una nueva tipología de biblioteca al separar, mediante un desnivel, las zonas de consulta de las zonas de lectura y estudio. Esta separación la mantuvo en las excelentes bibliotecas que realizó posteriormente logrando una zona apartada de las circulaciones con mayor quietud e intimidad evitando así las distracciones y permitiendo una mayor concentración.

Tanto el Sanatorio de Paimio como la Biblioteca de Viipuri de Alvar Aalto, junto con otros trabajos proyectados por el arquitecto Erik Bryggman (1891-1955) constituyen las obras de mayor significado  del funcionalismo en Finlandia. La corriente funcionalista había nacido bajo el lema “la forma sigue a la función” pero el funcionalismo de Aalto fue más allá. La forma sigue a la función pero también a la experiencia directa; estamos delante de un funcionalismo mucho más amplio que el puramente técnico según afirma el propio Alvar Aalto, un funcionalismo humanizado que es la base de la Arquitectura de los Sentidos.

«El funcionalismo es correcto sólo si puede ampliarse hasta abarcar incluso el campo psicofísico. Ese es el único método de armonizar la arquitectura”. Alvar Aalto

La Arquitectura de los Sentidos. Una propuesta para la intimidad y el recogimiento

Este artículo está dedicado a la Arquitectura de los Sentidos aplicada a la arquitectura religiosa.

La Arquitectura de los Sentidos es una arquitectura que va más allá de la forma y de la visualización. Es una arquitectura para ser vivida, no solo contemplada, en la que participan todos los sentidos: el oído, el olfato, el gusto, el tacto y la vista. La comunión entre el hombre y sus sentidos se puede encontrar en algunas arquitecturas religiosas donde la intimidad y el recogimiento están presentes. No hablamos tanto de espacios geométricos como de espacios habitables por el hombre. Es una arquitectura humanista que busca el bienestar, el confort físico y espiritual, el encontrarse a gusto. No busca el impacto visual, es más, la Arquitectura de los Sentidos se descubre lentamente a partir de un viage emocional por el color, por los materiales que gracias a su plasticidad conmueven, por la luz que se materializa con una gran intensidad y por el predominio de unos acabados que se expresan táctilmente. Los espacios fluyen con densidad y eso permite que nuestra imaginación fluya por el interior del templo o capilla.

A continuación exponemos unos ejemplos de Arquitectura de los Sentidos de templos o capillas edificados entre los años 1957-1997. Cada uno pone el énfasis en estos aspectos: la luz materializada, el sentido emocional del color, la materialidad que caracteriza la construcción; otros templos son como un instrumento musical con cualidades acústicas notables; otras capillas, por su dimensión más reducida, consiguen el sentido de recogimiento e intimidad buscados.

Como dice el arquitecto Steven Holl, “tenemos que intentar acceder a una vida interior que revela la intensidad luminosa del mundo. Únicamente mediante la soledad podemos empezar a adentrarnos en el secreto que nos rodea.”

Capilla de San Ignacio en Seattlle (EUA) de Steven Holl (1994-1997)

La idea inicial del arquitecto para la capilla de San Ignacio fue una acuarela que representaba “siete recipientes de luz en un cofre de piedra”, una metáfora inspirada en la visión de San Ignacio de Loiola de la vida espiritual, caracterizada como la concurrencia de un gran número de “luces” y “sombras”.

Traducidos arquitectónicamente, los “recipientes” se convierten en seis discretos volúmenes espaciales, iluminados de maneras distintas, mientras que el séptimo es una lámina reflectora de agua que forma parte de la secuencia procesional hacia la entrada. Los volúmenes están contenidos en una planta rectangular, la simplicidad encubre la complejidad espacial lograda a medida que los volúmenes explotan hacia las alturas en su búsqueda de luz. En el nártex y la procesión de entrada, la lluz y los juegos de luces y sombras son naturales.

Capilla de San Benito en Sumvitg (Suiza) de Peter Zumthor (1989)

Esta capilla está construida totalmente con madera. El volúmen generado por el plano elíptico en forma de embarcación está revestido con pequeñas tiras de lárix, como tejas en miniatura. Está coronada por un triforio muy detallado que apunta a la delicada estructura interior. Pese a su pequeño tamaño real, el espacio parece más grande acústicamente por encontrarse abierto a un piso inferior y crear un tiempo de reverberación mayor. La capilla, levantada sobre el pradp alpino, tiene una presencia y una elegancia totalmente desproporcionadas por su tamaño, conseguidas gracias a su materialidad.

Capilla para el Campus Universitario en Otaniemi, Helsinki (Finlandia) de Kaija i Heikki Siren (1957).

Esta capilla refleja el sentido nórdico de silencio y de tiempo. Surge como una arquitectura en la que su simplicidad permite su función compleja. Su acertada construcción en madera, ladrillo y cristal, así como su acercamiento al paisaje, son importantes valores arquitectónicos a considerar.

El espacio principal de la capilla parece confluir hacia el lugar de la ceremonia, pero en realidad lo traspasa y se extiende hacia el bosque, borrando la separación entre interior y exterior. El resto de los materiales que construyen el espacio de la capilla evitan cualquier distracción en su condición de estar casi ausentes: el altar, el baptisterio o los reclinatorios, están dibuijados como siluetas, mediante líneas que se materializan. El baptisterio semicircular, colocado sobre esbeltos pies, refleja la luz que viene de la gran ventana. La vista del altar lleva la naturaleza hacia el interior tal como marca cada época del año. El espacio irradia paz concentrada, la unión condensada entre el hombre y la naturaleza, el individuo y el universo.

Iglesia de Bagsvaerd en Copenhaguen (Dinamarca) de Jørn Utzon (1968-1976).

Esta iglesia surgió, por parte del arquitecto creador del proyecto, de la contemplación de las olas del mar levantadas por un viento fuerte rompiendo en hileras paralelas. Las nubes serían el techo de la iglesia, y la luz caería, cruzando las nubes. La iglesia surge lentamente y se libera de todo lo que va en contra de la meditación pura, la independencia pura de  nuestro mundo material. Las superficies ondulantes sugeridas por las nubes resultaban ideales y fueron racionalizadas hasta adoptar la forma de secciones cilíndricas de radio variable.

El acceso a la iglesia se realiza a través de unos porches poco profundos con cierres de cristal. Una ves en el interior, la única luz que penetra en los corredores es cenital: la iglesia no tiene ventanas, ni siquiera hacia los patios. La belleza y la fuerza del espacio residen no solo en el juego exquisito de la lluz a través de las superficies blancas, también en que el techo no es un juego formal, sinó que constituye la propia estructura del edificio.

Iglesia de Temppeliaukio en Hèlsinki (Finlandia) de Timo & Tuomo Suomalainen (1969).

La Iglesia de Temppeliaukio, excavada en la piedra, es una de las atracciones turísticas de la ciudad de Helsinki, teniendo medio millón de visitantes anuales.

El concepto principal del edificio era mantener el carácter original de la plaza donde la iglesia está ubicada. El interior se excavó en la roca, aunque está bañado por la luz natural que entra a través de la cúpula de cristal. La iglesia se utiliza con frecuencia como local de conciertos gracias a su excelente acústica. Esta cualidad se consigue por las superficies de roca rugosa que permanecieron prácticamente sin labrar.

Iglesia en Myyrmäki (Finlandia) de Juha Leiviskä (1980 -1984).

Una característica de la arquitectura de Leiviskä es el sutil y delicado uso de la luz. Especializado en edificios religiosos, sus diseños se caracterizan por ser realitzados de manera monumental, resultando a la vez muy íntimos.

El principal objetivo del diseño era crear una interacción entre lo pequeño y lo grande, entre la sombra y la luz, y un cambio de vibración de la luz. El efecto varía con el paso de los días y las estaciones. La luz llega desde lo alto del amplio muro al altar mayor i, junto con los reflectores, se crean ondas cambiantes de luz en el pasillo de la iglesia, junto a una sensación de ingravidez espacial.

Humanizar la arquitectura: el camino de la Arquitectura de los Sentidos.

Las obras descritas crean empatía en el espectador, en el visitante, en el fiel; son unos espacios con un contenido emocional que refuerza el yo y, en consecuencia, aumentan la profundidad existencial. Las experiencias conmovedoras de la arquitectura son multisensoriales; la Arquitectura de los Sentidos nos ayuda a que esta experiencia de los sentidos integral se produzca.

Por CLAUDI MARTÍNEZ, doctor arquitecto.

El taller de pintura (de Claudi Martínez)

La obra de Claudi Martínez no se explica sin conocer el lugar donde el artista encuentra la inspiración y la tranquilidad. En plena naturaleza, con la vista puesta en el Parque Natural del Montseny, el estudio-taller de Claudi proporciona una sensación de calma y de comunión con los ritmos y las melodías que la montaña le ofrece; tranquilos y relajantes a veces, exultantes de vida, cálidos o grises según los caprichos del tiempo y del momento. Pero siempre sugerentes.

Y es en ese lugar-no lugar donde Claudi alcanza su apogeo creativo, dejándose llevar por las sensaciones que ese marco incomparable le sugieren para traducir en trazos vivos, para plasmar con los colores de su paleta, en una sinfonía de ritmos indescriptibles, sus emociones.

El taller de pintura está separado del resto de la casa para conseguir mayor intimidad e independencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

La luz es la característica principal del taller caracterizado por el doble espacio y el techo inclinado de madera que dan la calidez e intimidad necesarias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Esencia de la Arquitectura

Nuestros entornos tienen una influencia enorme sobre nosotros. El espacio, la luz y la sombra, los colores, los materiales, las vistas, la orientación y muchos otros factores nos afectan y nos sentimos bien cuando se produce una sensación de bienestar. Para los arquitectos es esencial nuestra sensibilidad hacia estos factores que son básicos en nuestro oficio; esta búsqueda sensible nos conduce irremediablemente a la esencia de la arquitectura y nuestra disposición e interés hacia conseguir escenarios para el logro del bienestar.

En consecuencia la búsqueda de la esencia de la arquitectura es la búsqueda del bienestar y en definitiva de la felicidad.

Entendemos que hacer arquitectura es la creación del ambiente humano adecuado para que, a través de los sentidos externos, se emocionen favorablemente los sentidos internos; la arquitectura debe ser no solo funcional sino que además debe emocionar. Donde hay emoción hay arte. El oficio del arquitecto es, básicamente, la imaginación de lugares que faciliten la vida. El arquitecto es un amante de la vida y en cada situación debe dar una respuesta vital.

Arquitectura del bienestar:

La cuestión es saber cómo podemos producir el bienestar humano que es el motor fundamental de cualquiera obra. Debemos imaginar la vida dentro del espacio que estamos proyectando, como si el edificio ya estuviera terminado y empezamos a recorrerlo imaginando la situación de las ventanas, sus entradas de luz, el pavimento que nos acoge y nos invita a avanzar, la forma y el material del techo, las perspectivas interiores y exteriores, los lugares donde el espacio se detiene o acelera. Es fundamental que podamos sentir todas esas sensaciones mirando con detenimiento nuestros bocetos. Nuestra capacidad de invención es infinita pero lo fundamental es nuestra capacidad y sobre todo nuestra vivencia en el instante de la creación como lo haría un compositor con su piano y su partitura incipiente. Es la forma de que podamos obtener una arquitectura para el hombre y no para el creador de la forma. La arquitectura es para vivirla y no sólo para contemplarla.

Lo importante es la segunda vida de la obra de arte. Si es una novela, a partir de la presentación del libro nace su segunda vida; si se trata de una exposición de cuadros la segunda vida se produce a partir del vernissage. Si se trata de un edificio es a partir de que se empiece a habitar.

La pregunta clave es saber cuándo un edificio es bueno; la respuesta nos la da Jorn Utzon de una forma muy simple: “Mi propia experiencia es que si un edificio es bueno, entonces experimento el fluir del espacio… las personas cuando abandonan un buen edificio tiene una impresión perfecta del conjunto; no retiene los detalles, pero realmente han percibido ese flujo espacial”.

Jorn Utzon, conversaciones y otros escritos. GG. 2010. Artículo “Una conversación: arquitectura como bienestar humano. 2004”.

La esencia de la arquitectura es el bienestar humano mediante la creación de escenarios que permitan una vida lo más feliz posible. En este cuadro titulado “Tarde de domingo” del pintor Xavier Nogués, podemos visualizar una arquitectura de una enorme sencillez pero que sin duda facilita la vida; como decíamos antes, una arquitectura para ser vivida y no solo contemplada.

Conjunto residencial de 27 casas en Calella

Este conjunto residencial de 27 viviendas situado en Calella, en la provincia de Barcelona, se dispone en torno a un gran jardín central, en su interior, con piscina y césped para el juego de los niños y el deleite de los adultos. Una de las características que lo definen es el blanco de sus fachadas y las pequeñas ventanas con postigos de madera que le confieren un perfil rústico, tradicional y familiar, un aire mediterráneo y confortable. Una manera de integrarse en el entorno mediterráneo en el que se ubica.

El conjunto se ubica en el perímetro del solar, alineado con las calles, presentando una disposición en hilera, de casas adosadas, donde cada vivienda se divide en cuatro plantas: desde la planta baja se accede a la vivienda tanto a pie como en coche, y a un pequeño despacho orientado a la calle; una escalera asciende a la planta primera donde se desarrolla la zona de día, la sala de estar, terraza y cocina; en planta segunda, encontramos la zona de noche con tres dormitorios y dos baños. Y por último, el ático se dedica a estudio y una terraza que da al jardín comunitario.

El proyecto plantea dos fachadas diferenciadas: la que da al jardín interior de líneas y volumetría sencillas y las fachadas que dan al exterior, más expresivas con intención de integrarse en las calles del centro histórico.

La casa de los 5 elementos y la Luna

La organización de esta casa unifamiliar, diseñada por Criteria Arquitecthos y ubicada en Cabrils, gira alrededor de un patio con referencias a los cuatro elementos: una pequeña fuente para el agua; la tierra, de donde brotan unas enredaderas; el aire, simbolizado por un ventilador superior; y por último, el fuego de la chimenea. Entonces, ¿cuál es el quinto elemento? Según el taoísmo, el quinto elemento es la madera, y en esta casa encontramos este elemento en el cerramiento superior del patio. Se crea una arquitectura sobria con una riqueza sensorial que crea una atmósfera de serenidad y acogida.

Durante el recorrido por el patio se experimentan diversas sensaciones que le otorgan diferentes emociones. La distribución de la casa gira en torno a este patio. Las estancias se desarrollan en dos plantas encontrando en planta baja la zona de día (sala de estar, comedor, cocina) y en la planta superior la zona de noche.

De noche, es la luna de alabastro situada frente a la entrada de la casa, la encargada de conferir un aire poético al patio produciendo una iluminación mágica y sensorial, todo ello ayudado por los cuidadosos acabados blancos de las paredes y los entramados de madera de los techos.

 

 

LA ARQUITECTURA Y LOS SENTIDOS SENSORIALES – 10

Al definir la arquitectura de los sentidos, es lógico interesarse por cuáles son estos sentidos y cómo actúan como exploradores de la percepción. Analizamos aquí el tercer sentido de los llamados propioceptivos: el sentido del contacto corporal.

El ser humano siente y percibe gracias a las sensaciones captadas por nuestros órganos sensoriales. Desde Aristóteles se habla de cinco sentidos externos básicos llamados exteroceptivos: la visión, la audición, el olfato, el gusto y el tacto. Además de estos sentidos clásicos, las investigaciones psicológicas realizadas a partir de los años cincuenta plantean los sistemas sensoriales, que van más allá de los originales.

Sentido del contacto corporal o hàptico

El termino háptico fue usado por primera vez por el psicólogo húngaro Géza Révész en 1950. Lo háptico se produce cuando el sistema táctil o cutáneo y el cinestésico se combinan para proporcionar información. El tacto pasivo se produce cuando el elemento que lo recibe está inmóvil. El tacto activo se da cuando existen movimientos de exploración perceptiva como es el caso de la percepción háptica: percibimos a través del cuerpo.

Tocar es una necesidad humana; el contacto físico es imprescindible para el desarrollo. Durante la Segunda Guerra Mundial se observó que los niños refugiados en hospicios cuidados por enfermeras o monjas vivían menos que los niños cuidados por sus madres encarceladas, hasta el extremo que los niños de las instituciones fallecían por falta de estímulos.

El psicoterapeuta Claude Steiner desarrolló la teoría de las caricias o reconocimiento: el hombre tiene tanta necesidad de reconocimiento que prefiere recibir caricias negativas a no recibirlas.

Según el psicólogo Ashley Montagu, la comunicación y la confianza empiezan con un simple gesto: tocar es la auténtica voz del sentimiento. Mediante la exploración táctil nos aproximamos a la textura de los materiales (regularidad, densidad, contraste interno y grano). Hoy en día, la carencia de tacto que sufren las personas se atribuye a la tecnología: la imagen y las palabras han sustituido el contacto físico.

 

Sentidos exteroceptivos:

Vista     Oído     Olfato     Gusto     Tacto

Sentido interoceptivo:

Sentido del bienestar físico

Sentidos propioceptivos:

Sentido de la orientación

Sentido de la posición corporal

Sentido del movimiento corporal

Presentación del libro La Arquitectura de los Sentidos

El pasado jueves, 21 de Abril, tuvo lugar la presentación del libro La Arquitectura de los Sentidos, del arquitecto Claudi Martínez, en el marco incomparable del establecimiento Cubiñá, ubicado en la Casa Thomas.

En dicha presentación intervinieron el Director de Cubiñá, Edgar Cubiñá; Ferran Ventura, editor de Recolectores Urbanos, que participó a través de un vídeo al no poder estar presente; Luís Ángel Domínguez, profesor de l’Escola Superior d’Arquitectura y, finalmente, Claudi Martínez, el autor de la obra, que presentó una ponencia que enfrentaba la arquitectura de los sentidos con la arquitectura centrada en la forma. La tesis presentada captó el interés de los asistentes que, al finalizar la exposición, participaron en un debate muy interesante.

Al terminar, el autor firmó ejemplares de su obra.

Alvar Aalto – La arquitectura interminable

«La arquitectura no es una ciencia. Sigue siendo el gran proceso sintético de la combinación de miles de funciones humanas definidas.»

Hugo Alvar Henrik Aalto (1898-1976) fue un arquitecto y diseñador finlandés.

Formó parte del Movimiento Moderno y participó en los CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna). Ha sido el único arquitecto de la Segunda generación del Movimiento Moderno reconocido como «maestro», equiparándose así a los grandes maestros del Periodo heroico del Movimiento Moderno como Le Corbusier, Mies van der Rohe , Gropius y Frank Lloyd Wright.

Aalto se empapó de la arquitectura moderna e internacionalizadora, pero nunca estuvo del todo convencido de que el movimiento moderno evolucionase hacia lo que él consideraba necesario: una arquitectura más humana. Así, buscó la manera de agregar las variables de cada territorio y cultura. Pensaba en las relaciones de las piezas por sí mismas y en aras de un todo que atendía a cultura, sociedad y emplazamiento, extendiendo el razonamiento a los propios materiales. Esto hacía partir a Aalto, según se desprende de sus escritos, de la preocupación por la humanización de la arquitectura, en la que esta se entiende como propuesta cultural que responda a una sociedad concreta y no solo como algo funcional y técnico; la manera de conseguirlo era proyectando espacios que fueran simultáneamente funcionales y ergonómicos, lo que terminó desembocando en la adopción de una arquitectura orgánica, cálida y más cercana a la Naturaleza.

LA ARQUITECTURA Y LOS SENTIDOS SENSORIALES – 9

Al definir la arquitectura de los sentidos, es lógico interesarse por cuáles son estos sentidos y cómo actúan como exploradores de la percepción. Analizamos aquí el tercer sentido de los llamados propioceptivos: el sentido del movimiento corporal.

El ser humano siente y percibe gracias a las sensaciones captadas por nuestros órganos sensoriales. Desde Aristóteles se habla de cinco sentidos externos básicos llamados exteroceptivos: la visión, la audición, el olfato, el gusto y el tacto. Además de estos sentidos clásicos, las investigaciones psicológicas realizadas a partir de los años cincuenta plantean los sistemas sensoriales, que van más allá de los originales.

Sentido del movimiento corporal o cinestésico

Es el sentido de los movimientos de las diferentes partes del cuerpo. Este sistema recibe información sensorial de los receptores situados en las articulaciones óseas, los músculos y los tendones, y nos ayudan a evaluar nuestra capacidad para efectuar un determinado esfuerzo.

La percepción cinestésica es la que obtenemos de los músculos y de los tendones cuando la percibida por la piel se ha eliminado.

Como ha escrito Robert Yudell: «El movimiento deja de ser un conjunto de acciones reflejas, indeterminadas e indescifrables, para convertirse en una interacción organizada y profundamente sentida con la materia positiva del espacio. El bailarín y el espacio aparecen así como compañeros inseparables que se inspiran mutuamente».

El movimiento hacia arriba simboliza el crecimiento, el anhelo y la llegada, y el movimiento hacia abajo simboliza la absorción, la inmersión y la compresión.

 

Sentidos exteroceptivos:

Vista     Oído     Olfato     Gusto     Tacto

Sentido interoceptivo:

Sentido del bienestar físico

Sentidos propioceptivos:

Sentido de la orientación

Sentido de la posición corporal

 

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