La segunda vida de la arquitectura
El renacimiento de la emoción
En Criteria Arquitecthos nos planteamos la arquitectura como la creación de escenarios para el bienestar humano. Su objetivo fundamental es el espacio vivencial. Hoy en día existe una obsesión por la imagen y la composición visual, por una arquitectura ante todo fotogénica y no tan pensada en función de sus usuarios.
La arquitectura entabla una dialéctica con sus habitantes y, si no se produce una transferencia entre ambos que enriquezca, vitalice, emocione o impacte, las personas quedan relegadas y en consecuencia desaparece la vertiente social de la disciplina a favor de lo meramente construido. De la misma forma que la literatura sin intención es solo escritura, la arquitectura que no enriquece es mera construcción.
Todo buen proyecto no queda validado por la simple satisfacción de los arquitectos con su trabajo como proyectistas. Es necesario que el edificio ya construido impacte o produzca emociones plásticas a sus habitantes. Este impacto de la obra arquitectónica en el espectador es lo que el escritor italiano Eugenio Montale, Premio Nobel de Literatura, denomina la segunda vida del arte. La obra nace en el arquitecto o autor y renace en el habitante o espectador.
Hablamos de empatía sensorial, de una arquitectura enriquecedora, del bienestar humano, de la arquitectura como refugio y paraíso para el hombre. Los edificios son mudos e incapaces de provocar una experiencia estética «si no se les asocia evocación, emoción, significación, alusión u otras connotaciones capaces de impactar al espectador».