Este conjunto residencial de 27 viviendas situado en Calella, en la provincia de Barcelona, se dispone en torno a un gran jardín central, en su interior, con piscina y césped para el juego de los niños y el deleite de los adultos. Una de las características que lo definen es el blanco de sus fachadas y las pequeñas ventanas con postigos de madera que le confieren un perfil rústico, tradicional y familiar, un aire mediterráneo y confortable. Una manera de integrarse en el entorno mediterráneo en el que se ubica.
El conjunto se ubica en el perímetro del solar, alineado con las calles, presentando una disposición en hilera, de casas adosadas, donde cada vivienda se divide en cuatro plantas: desde la planta baja se accede a la vivienda tanto a pie como en coche, y a un pequeño despacho orientado a la calle; una escalera asciende a la planta primera donde se desarrolla la zona de día, la sala de estar, terraza y cocina; en planta segunda, encontramos la zona de noche con tres dormitorios y dos baños. Y por último, el ático se dedica a estudio y una terraza que da al jardín comunitario.
El proyecto plantea dos fachadas diferenciadas: la que da al jardín interior de líneas y volumetría sencillas y las fachadas que dan al exterior, más expresivas con intención de integrarse en las calles del centro histórico.