El pintor y doctor en Bellas Artes Carlos Bayod Serafini redactó este texto como prólogo para el libro del mismo título que recoge la trayectoria pictórica de Claudi Martínez, de quien dice que “posee una cualidad vocacional evidente”.
La ilusión es el motor más importante que puede tener una persona para realizar cualquier acción. En arte, no sólo es necesario, sino imprescindible.
Quien no ha sentido nunca la tentación de coger unos pinceles y empezar a embadurnar una tela o un papel, y así expresar quién sabe qué recóndita sensación, no puede entender la necesidad imperante que el artista tiene de realizar su obra. Y tal vez no debería decir “su obra”, pues lo que realiza el artista, a parte de la transacción comercial que pueda hacer con ella, no le pertenece, pues es patrimonio de la humanidad.
El arte es el “Gran Lenguaje Universal” y el gran preservador de la vida y motor de la evolución. Y es que la aparición del arte propició la evolución del hombre.
Los seres humanos podemos inventarnos mil razones para destruirnos, pero ahí está el arte para contrarrestar esta locura. El arte fue el creador del hombre y ahora lo preserva de sí mismo.
Vivencia esencial
Claudi Martínez posee una cualidad vocacional evidente. Su formación como arquitecto y la praxis de su profesión le dieron ya un modo de expresar su mundo interior, que lo hizo, pero necesitaba algo más esencial que no tuviera otra función que la de existir como obra de arte y fue –para llegar a esta vivencia esencial– que se inició en la pintura.
Recuerdo sus primeros pasos como pintor, que los dio en mi estudio y de mi mano. Ha pasado ya mucho tiempo y ha construido su propia historia como podemos ver en este libro. Una historia llena de sensibilidad y de búsqueda o de encuentros, quién sabe.
Quien busca, encuentra, y quien encuentra, ya sigue buscando para siempre. Es, en cierta forma, la energía de la vocación que se va potenciando a sí misma a partir del trabajo realizado.
Universo de sensaciones
Todo su universo artístico está lleno de sensaciones porque éstas han sido la materia sutil, esencial, con que ha impregnado sus obras. La pintura, el lienzo o los pinceles solo han sido los medios o soporte de dichas sensaciones, que ha dejado plasmadas, fijadas y vibrando en sus telas.
Al contemplar sus obras, uno puede sentir las tensiones que se crean entre las partes sutiles de las que están formadas. Son espacios y tiempos que se conjugan y se tensan o sobreponen, creando nuevas tensiones, como si de unos acordes y unas melodías con sus armónicos se trataran, lo cual crea esta magia inconmensurable del arte.
“Sentir la pintura” encabeza muy bien este escrito, pues ésta ha sido siempre la forma natural de Claudi Martínez de realizar su trabajo. Lo es como pintor y también como arquitecto.
Invito al lector a que se pasee por las páginas de este libro y, si le es posible, que contemple al natural las obras aquí representadas. La textura, la materia o el tamaño son categorías fundamentales en una obra de arte, por lo que, lo aquí representado es sólo una referencia, el menú que nos invita al ágape, al verdadero deleite final.
Carlos Bayod Serafini
Artista pintor
Doctor en Bellas Artes