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La Arquitectura de los Sentidos: Cómo nuestras vivencias configuran la creatividad en el diseño

La arquitectura, más que una ciencia, es un arte que abarca mucho más que la creación de edificios funcionales. El diseño arquitectónico está profundamente ligado a la experiencia humana, a cómo percibimos y sentimos los espacios que habitamos. Al recorrer las obras de arquitectos como Peter Zumthor, Alvar Aalto o Luis Barragán, descubrimos que los edificios no solo están hechos de materiales y formas, sino que están impregnados de sensaciones, recuerdos y emociones que configuran nuestra manera de relacionarnos con el mundo.

La obra de Peter Zumthor es un claro ejemplo de esta conexión emocional que la arquitectura puede provocar. En sus diseños, la experiencia sensorial es tan importante como la forma o la función. Zumthor pone especial énfasis en el uso de materiales que generan texturas, sonidos y temperaturas que afectan directamente a cómo el usuario se siente en un espacio. En su famosa Termas de Vals, por ejemplo, el agua, la piedra y la luz se combinan para ofrecer una experiencia única, casi táctil, que hace que cada visitante no solo vea, sino que sienta el lugar.

Esta atención al detalle sensorial es algo que resuena en los conceptos de otros grandes pensadores, como el escritor Gabriel García Márquez. En sus obras literarias, la magia de los recuerdos y las emociones humanas juega un papel crucial. Para García Márquez, la memoria no es solo un archivo de hechos pasados, sino un espacio que vive y respira dentro de nosotros, y que influye en cómo vemos el mundo. La arquitectura también se nutre de esta idea: los edificios, a menudo, son como recuerdos materializados, lugares que nos permiten reconectar con momentos, sentimientos y sensaciones pasadas.

Pero no es solo la teoría la que respalda esta visión de la arquitectura como un arte emocional. Practicantes como Juhani Pallasmaa, arquitecto y teórico finlandés, han defendido la importancia de los sentidos en la creación de espacios. Pallasmaa insiste en que la arquitectura no debe ser solo visual; debe involucrar todos los sentidos. En su libro Los ojos de la piel, Pallasmaa argumenta que los espacios que más nos impactan no son los que simplemente nos impresionan visualmente, sino aquellos que nos invitan a tocarlos, olerlos, escucharlos. De alguna manera, estos espacios se convierten en una extensión de nuestras vivencias.

Imagen Termas de Vals de Zumthor

Termas de Vals, de Zumthor

La memoria como materia prima del diseño

Las vivencias y recuerdos personales son los que, a menudo, informan los proyectos más significativos. Los arquitectos que logran transmitir una sensación de pertenencia o nostalgia a través de sus diseños no lo hacen por casualidad; están canalizando experiencias universales que todos compartimos. En el caso de Alvar Aalto, por ejemplo, la relación de la arquitectura con la naturaleza y la luz fue siempre una prioridad, algo que no surgió simplemente de la admiración por la belleza natural, sino también por su experiencia personal de vivir en un entorno que invitaba a la reflexión y al recogimiento. Los materiales, las formas y los espacios que diseñó no solo cumplían una función práctica, sino que evocaban recuerdos de su infancia en la Finlandia central.

Luis Barragán, por su parte, nos invita a sentir la arquitectura a través de su uso del color y la luz. Su Casa Estudio en México, con sus paredes de colores vivos, patios y rincones silenciosos, crea un ambiente que no solo es visualmente atractivo, sino que también ofrece una sensación de serenidad y paz. La habilidad de Barragán para conjugar el espacio con la luz natural, las sombras y los colores intensos refleja una profunda comprensión de cómo los ambientes físicos pueden influir en nuestro estado de ánimo y nuestras emociones.

Imagen interior de la Casa Estudio de Barragan

Casa Estudio de México, de Barragán

El reto de diseñar para los sentidos

Sin embargo, la arquitectura sensorial no es tarea fácil. El reto radica en cómo traducir estas experiencias personales, estas vivencias, en espacios tangibles que afecten a las personas de manera similar. No se trata solo de elegir materiales o formas atractivas; se trata de crear ambientes que resuenen emocionalmente, que evoquen recuerdos o despierten sensaciones específicas. Esto requiere un conocimiento profundo de los usuarios y de cómo estos interactúan con su entorno, así como una capacidad para imaginar lo intangible, lo que no se ve a simple vista.

En la actualidad, los arquitectos se enfrentan a una era en la que el diseño sostenible y la funcionalidad son esenciales. No obstante, la arquitectura sigue siendo, en su núcleo, una forma de arte que debe llegar al corazón de las personas. Y es ahí donde las experiencias y vivencias personales de quienes diseñan juegan un papel fundamental. La verdadera innovación arquitectónica no solo busca respuestas funcionales, sino que también busca tocar las fibras emocionales del ser humano.

La arquitectura que involucra los sentidos no se queda solo en lo visual. Un buen diseño provoca una sensación, una respuesta emocional, que atraviesa el espacio y la memoria. Cuando miramos, tocamos, olemos o escuchamos un espacio, este se convierte en un eco de nuestras propias vivencias y emociones. Así, la arquitectura no solo construye el espacio físico, sino que también edifica un vínculo entre los recuerdos personales y los lugares que habitamos.

En conclusión, la arquitectura de los sentidos no se limita a ser un estilo; es una forma de entender y conectar con la experiencia humana en su totalidad. Los arquitectos que logran crear espacios que resuenan con nuestras vivencias, recuerdos y emociones nos enseñan que la creatividad no nace únicamente de la razón, sino también de la memoria sensorial que llevamos dentro. La arquitectura tiene el poder de transformar no solo el espacio, sino la propia forma en que nos sentimos y percibimos el mundo que nos rodea.

La segunda vida de la arquitectura

El renacimiento de la emoción

En Criteria Arquitecthos nos planteamos la arquitectura como la creación de escenarios para el bienestar humano. Su objetivo fundamental es el espacio vivencial. Hoy en día existe una obsesión por la imagen y la composición visual, por una arquitectura ante todo fotogénica y no tan pensada en función de sus usuarios.

La arquitectura entabla una dialéctica con sus habitantes y, si no se produce una transferencia entre ambos que enriquezca, vitalice, emocione o impacte, las personas quedan relegadas y en consecuencia desaparece la vertiente social de la disciplina a favor de lo meramente construido. De la misma forma que la literatura sin intención es solo escritura, la arquitectura que no enriquece es mera construcción.

Todo buen proyecto no queda validado por la simple satisfacción de los arquitectos con su trabajo como proyectistas. Es necesario que el edificio ya construido impacte o produzca emociones plásticas a sus habitantes. Este impacto de la obra arquitectónica en el espectador es lo que el escritor italiano Eugenio Montale, Premio Nobel de Literatura, denomina la segunda vida del arte. La obra nace en el arquitecto o autor y renace en el habitante o espectador.

Hablamos de empatía sensorial, de una arquitectura enriquecedora, del bienestar humano, de la arquitectura como refugio y paraíso para el hombre. Los edificios son mudos e incapaces de provocar una experiencia estética «si no se les asocia evocación, emoción, significación, alusión u otras connotaciones capaces de impactar al espectador».

CUERPO, MEMORIA Y ARQUITECTURA. Introducción al diseño arquitectónico (Parte 1)

En el año 1983, el arquitecto Charles W. Moore y el escultor de ornamentos de arquitectura Kent C. Bloomer, con alguna aportación del también arquitecto Robert J. Yudell, todos profesores de la Escuela de Arquitectura de Yale, escribieron el libro “Cuerpo, memoria y arquitectura” para los estudiantes del primer curso.

Desde los años sesenta los profesores enfocaron la arquitectura teniendo en cuenta la forma en cómo experimentamos los edificios, como un paso previo para empezar a proyectarlos. Los edificios nos afectan emocionalmente causándonos toda clase de sentimientos.

Las personas situamos nuestra imagen corporal dentro de una envoltura tridimensional que rodea el cuerpo y separa el espacio personal interno del espacio extra-personal externo. El psicólogo Seymour Fisher estudió las cualidades de esta primera envoltura psicológica que puede ser obstaculizada y penetrable en función de la resistencia que ofrecen. La unidad constructiva más elemental es el edículo constituido por cuatro columnas como soporte de una cubierta que forman un dosel o baldaquino.

Charles W. Moore construyó su casa en un terreno cercano a la bahía de San Francisco, en una zona soleada y llena de robles. Utilizó columnas de madera procedentes de una vieja fábrica y la forma de cabaña cuadrada como elementos de rememoración mítica. Dentro, dos conjuntos de cuatro columnas forman dos edículos con cubiertas piramidales.

Casa Moore. Charles W. Moore. 1962.

Los autores constataban que no se había atendido a la capacidad perceptiva y emocional específica del ser humano.
La arquitectura según ellos era “un arte social y sensible que da respuesta a los auténticos deseos y sentimientos del hombre”. Además afirmaban que no se deben relegar las cualidades policromáticas y tridimensionales de la experiencia arquitectónica. Hacen hincapié en que la arquitectura no es un arte visual abstracto sino un arte corporal. “Nosotros entendemos que el sentido tridimensional, que es el más fundamental y memorable, tiene su origen en la experiencia corporal y que es este sentido el que puede servirnos de base para la comprensión del sentido espacial que experimentamos en los edificios que denominamos sentido háptico”.

La empatía

El texto también estudia las relaciones entre los aspectos privados y públicos de la teoría de la imagen corporal y el movimiento del cuerpo humano. El filósofo Robert Vischer introdujo en 1872 el término empatía (Einfühlung) consistente en la unión emocional que se produce entre una persona y un objeto exterior; observó que la experiencia de objetos abstractos podía despertar sentimientos análogos a las tormentas, las puestas de sol o los árboles. Definió que la empatía con los objetos personales se produce cuando proyectamos sobre ellos nuestras emociones personales.

Baño y edículo de la Casa Moore. Charles W. Moore. 1962.

En el caso de los arquitectos, los objetos personales son escenarios arquitectónicos. Los sentimientos del artista al insertarse en la obra de arte se convierten en el contenido de la obra de arte. La belleza es la empatía positiva y está donde se produce el encuentro con el objeto. La fealdad o empatía negativa está donde se produce el rechazo del objeto.

El historiador Geoffrey Scott, en su obra Arquitectura del humanismo de 1914, se refiere a la empatía del cuerpo: “El peso, la presión y la resistencia forman parte de la experiencia normal de nuestro cuerpo, y es el instinto mimético inconsciente el que nos hace identificarnos con un peso, presión y resistencia análogos a los que poseen las formas que vemos”.

El psicólogo James J. Gibson partía de que los sentidos no eran meramente perceptivos sino que eran sistemas activos que recogían constantemente información del exterior; además de los cinco sentidos que nombra Aristóteles, Gibson añadió el sistema de orientación y el sistema háptico que intervienen en nuestra comprensión de la tridimensionalidad, clave para la experiencia arquitectónica.

El sistema de orientación y háptico

Casa Burns. Charles W. Moore. 1974.

El sistema de orientación hace relación con lo que está en el suelo o en el techo, a la derecha o a la izquierda, y es un sentido fundamental de cara a nuestra percepción sensible.
Gibson (1966) define el sentido háptico como la percepción del individuo del mundo adyacente a su cuerpo mediante el uso de su propio cuerpo.

El sentido háptico es el sentido del tacto del conjunto del cuerpo, es decir, el contacto corporal. Percibimos un objeto con la mano, contactamos físicamente con un sendero con el cuerpo sintiendo al momento en las articulaciones y los músculos la sensación que se acrecienta a medida que avanzamos por la montaña.

Como dice el autor: “Ningún otro sentido está relacionado tan directamente como éste con el universo tridimensional ni conlleva una capacidad semejante para alterar el ambiente en el mismo proceso de su percepción, es decir, éste es el único sentido que tiene que ver simultáneamente con el sentimiento y con la acción”.

La experiencia de la arquitectura (1/3)

Casa en Santa Mónica de Charles Eames. 1945-1949.

El texto de Steen Eiler Rasmussen sobre la experiencia de la arquitectura fue publicado originalmente en danés el año 1957. Posteriormente fue traducido y publicado en inglés por el MIT en 1962. El autor utilizó un lenguaje lo más claro posible intentando que un adolescente pudiera entenderlo; no cabe duda de que este arquitecto posee muy buenas cualidades como comunicador. Su actividad docente se desarrolló en universidades de Europa y Estados Unidos. Sin duda alguna el libro generó un gran interés, prueba de ello son las 27 reimpresiones de la versión inglesa que el MIT llevaba publicadas hasta 1999. El texto es fundamental para la comprensión de la arquitectura como experiencia perceptiva.

Su obra arquitectónica es muy diversa y abarcó desde el mobiliario al planeamiento urbano habiendo realizado en 1948 el plan de extensión de Copenhague. Publicó numerosos libros y fue profesor invitado de las universidades de Londres, Massachusetts, Yale, Berkeley y Filadelfia. En 1935, publicó un libro sobre sus viajes a China profusamente ilustrado con magníficos dibujos y en 1949 el libro Ciudades y edificios: descritos con dibujos y palabras texto ilustrado con dibujos realizados por él mismo de una calidad extraordinaria.

Uno de sus temas preferidos es redescubrir sus experiencias directas como observador de la realidad; en este libro el autor nos enseña a observarla a través de una serie de edificios predilectos de Le Corbusier, Ludwig Mies Van der Rohe, Alvar Aalto y Frank Lloyd Wright y ciudades como Londres, Roma, Copenhague y Venecia.

Rasmussen era aficionado al teatro y veía al arquitecto como el director de una obra teatral que crea un escenario para una larga representación de nuestras vidas sin protagonistas famosos sino interpretada por gente corriente.

Observaciones básicas

En el primer capítulo del libro ya introduce conceptos sensoriales: edificios de formas duras y blandas, formas que pueden dar sensación de pesantez o ligereza, superficies ásperas como la madera sin tratar y revestimientos de áridos y superficies lisas como la piedra pulida y las superficies barnizadas.

Construcción blanda: puente inglés de ladrillo / Construcción dura: Palacio Punta di Diamanti.

En definitiva, afirma que los edificios se personalizan a través del material, la forma, el color y otras cualidades perceptivas. Afirma que “No basta con ver la arquitectura, hay que experimentarla…hay que vivir en los espacios, sentir como se cierran en torno a nosotros, observar con que naturalidad se nos guía de uno a otro. Hay que ser conscientes de los efectos de la textura, descubrir por qué se utilizaron precisamente estos colores, y como la elección dependió de la orientación de estos espacios en relación con las ventanas y el sol”.

Rasmussen desarrolla una serie de conceptos arquitectónicos que afectan a la experiencia directa de nuestro entorno. A continuación, desarrollamos los tres primeros:

1. Sólidos y cavidades de los edificios y calles

Jefatura de policía de Copenhague. 1924.

Entre otros ejemplos, Rasmussen cita la jefatura de policía de Copenhague que es un edificio de grandes dimensiones y se presenta como un gran volumen solido al exterior y en cambio tiene una “rica composición de cavidades regulares: patios circulares y rectangulares, escaleras cilíndricas y salas redondas y cuadradas de paredes absolutamente lisas”.

Existe un gran contraste entre la solidez y contundencia de la forma exterior producida por las alineaciones de las calles con sus alturas y las cavidades interiores de los patios, tema al que posteriormente se volvió a referir el arquitecto Robert Venturi con su discurso sobre la complejidad y contradicción en la arquitectura. La catedral de Beauvais y el Templo de Minerva son otros ejemplos de sólidos y cavidades.

2. Efectos de contraste

Es el segundo concepto que desarrolla el autor. Describe en el texto que los efectos de contraste se pueden lograr mediante “la utilización de masas y cavidades que se unen creando contrastes efectistas conduce a obras que se sitúan en la periferia de la arquitectura: más próximas al arte del teatro y, a veces, al de la escultura. Pero todavía pertenecen a la arquitectura”. Rasmussen pone como ejemplo el vestíbulo de las oficinas de Frank Lloyd Wright para la sede de Johnson Wax Company.

Oficinas Johnson Was de Frank Lloyd Wright. 1936-1939.

Constata que Wright consigue dar una impresión de pesadez y volumen mediante voladizos sobre el espacio del hall, efecto de contraste que se acentuaba mediante el uso de curvas que pasaban de cóncavas a convexas. Las formas marcadamente convexas dan una impresión de masa y las cóncavas producen una sensación de espacio.

3. Planos de color

Empieza este capítulo con la arquitectura de la plaza de San Marcos en Venecia describiendo los edificios como una colección de aparentes planos de color. Más tarde la arquitectura del renacimiento supuso una ruptura creando unos edificios de gran masa y volumen, con un almohadillado potente con elementos salientes. Durante este periodo renacentista se valoraba que un edificio no pudiera parecer ligero y debía mostrar peso y decoración aplicada.

A principios del siglo XX se creó una arquitectura ligera y abierta. Le Corbusier proyectó en la población de Pessac, cerca de Burdeos, unas viviendas experimentando unos planos de color sin volumen, lo que produjo un efecto de ingravidez; fue un intento de despojar de masa a la arquitectura.

Viviendas en Pessac de Le Corbusier. 1920.

Cita, además, la casa Tugendhat de 1930 de Mies Van de Rohe como ejemplo de edificio que prescinde de los sólidos y vacíos dando paso al funcionalismo que tenía ciertas relaciones formales con la sencillez y con la arquitectura tradicional japonesa: muros y tabiques con papel entre bastidores colocados entre pilares de madera formando una cuadrícula, concepto que se aplicó en determinadas viviendas de la costa noroeste americana que en su estética y configuración se parecían más a las casas japonesas que a las europeas. Ejemplo de ello es la casa particular del arquitecto Charles Eames en Santa Mónica de 1949 con un concepto constructivo que ha llegado a nuestros días y que permite a los arquitectos construir edificios compuestos por planos ligeros.

La humanización de la arquitectura

El artículo de Alvar Aalto La humanización de la arquitectura publicado en el año 1940 constituye, a mi entender, el primer texto moderno sobre la arquitectura de los sentidos. El arquitecto se había propuesto mediante la afirmación “hacer más humana la arquitectura significa hacer mejor arquitectura y conseguir un funcionalismo mucho más amplio que el puramente técnico”. En dicho texto se refiere a dos proyectos muy conocidos: el Sanatorio de Paimio, que incluye el diseño de las sillas, y la Biblioteca de Viipuri.

Una de las preocupaciones fundamentales de Aalto es humanizar la arquitectura; en una conferencia pronunciada en 1935 mostraba sus recelos respecto al movimiento moderno:

“La arquitectura del Movimiento Moderno se ha obsesionado demasiado con el mundo de formas del cual surgió por la influencia de los análisis de los nuevos materiales, nuevos procesos, nuevas condiciones sociales, etc… y ha caído en un curioso batiburrillo de tubos cromados, paneles acristalados, formas cubistas y colores estridentes. Parece como si se hubiera hecho todo lo posible por dar a la nueva arquitectura un aspecto más alegre y presumiblemente, más humano, a pesar de lo cual la impresión es de que todavía falta el elemento humano”.

Como hemos mencionado, la aspiración básica de Aalto fue hacer una arquitectura adaptada a las personas corrientes.

Aalto entiende que la habitación del sanatorio para enfermos debe ser diseñada cuidadosamente para personas que yacen en posición horizontal. Para ello idea una serie de estrategias que constituyen un cambio importante en la arquitectura y representa el inicio moderno de la arquitectura de los sentidos. La orientación del ala de dormitorios junto con la disposición asimétrica de las ventanas consiguen un muy buen asoleo por la mañana y otro más suave por la tarde; además, el arquitecto incluye persianas en el exterior para evitar una radiación solar excesiva.

Decide pintar el techo de las habitaciones de color verde pálido; la luz artificial la sitúa en un lugar fuera de la visión del paciente en la unión de la pared con el techo; sitúa los radiadores en el techo en la zona opuesta a la cabeza para que las radiaciones se sitúen sobre los pies y lo más lejos posible de la cabeza. Además, tiene muy en cuenta la posición del paciente para la colocación de ventanas y puertas. Una de las paredes de la habitación es absorbente de sonido y está construida con paneles aislantes revestidos de papel de celulosa.

Los lavabos se diseñaron, ya en aquella época, para que el chorro del agua incidiera con un ángulo preciso de forma que su funcionamiento fuera lo más silencioso posible, lo cual es importante en las habitaciones dobles. Se proyectaron los armarios de madera con ángulos curvos. No incluyó la ventilación forzada debido a que podía producir una corriente de aire molesta para la cabeza del paciente aunque ideó un sistema de ventilación natural que permitía la entrada de aire mediante la combinación de la tarja situada en la parte superior de las ventanas dobles.

Con todas estas medidas el arquitecto quiso demostrar “cómo puede hacerse algo para aliviar el sufrimiento de la gente”.

El Sanatorio de Paimio es un proyecto magnifico realizado en 1938 y con una modernidad extraordinaria; en la actualidad nos sigue impresionando y de tener la oportunidad, no hay que dejar de visitarlo.

La silla tubular de acero constata que “las superficies de acero y cromo no son satisfactorias desde el punto de vista humano: el acero es demasiado buen conductor de calor. Las superficies cromadas reflejan exageradamente el brillo de la luz, incluso acústicamente no resultan apropiadas para una habitación”.

Por esta razón decidió desarrollar sillas de madera curva; al principio los brazos curvos no resistían el peso y se rompían hasta que se le ocurrió hacer secciones de madera mediante láminas encoladas; como él mismo comentaba “tras una larga experimentación con madera se descubrieron las ventajas del sistema flexible a la hora de producir un mobiliario adaptado al factor humano y más apropiado, como material a la vida larga y dolorosa de un sanatorio”.

Aalto proclama que la técnica es sólo una ayuda y que la arquitectura debe cubrir todos los campos de la actividad humana, que se han sobrevalorado las funciones técnicas y se han minimizado las funciones humanas y psicológicas y cree que en la investigación deben prevalecer el arte y el instinto.

Las experiencias de Aalto en edificios hospitalarios con personas sensibles como los pacientes con reacciones físicas y psicológicas le han marcado pautas para el diseño de proyectos de viviendas.

Biblioteca de Viipuri. 1933-1935. Alvar Aalto.

En la Biblioteca de Viipuri, 1933-1935, se propuso afrontar la función humana del edificio que es la lectura de libros. Se dio cuenta que la entrada de luz a través de  las ventanas solo alcanza una parte de una estancia y en consecuencia la iluminación es desigual; por esta razón se estudió la colocación de claraboyas que pueden producir una iluminación más compensada en las zonas alejadas de la ventana.

Biblioteca en Viipuri. Claraboyas.

El problema de la claraboya es que puede producir una iluminación excesiva y directa provocando deslumbramientos. A fin de evitar este problema ideó unas claraboyas de sección cónica de hormigón diseñadas de tal modo que hacen que la luz del sol no incida directamente.

Biblioteca en Viipuri. Detalle de las claraboyas. Luz diurna y luz artificial.

Por otra parte ideó una nueva tipología de biblioteca al separar, mediante un desnivel, las zonas de consulta de las zonas de lectura y estudio. Esta separación la mantuvo en las excelentes bibliotecas que realizó posteriormente logrando una zona apartada de las circulaciones con mayor quietud e intimidad evitando así las distracciones y permitiendo una mayor concentración.

Tanto el Sanatorio de Paimio como la Biblioteca de Viipuri de Alvar Aalto, junto con otros trabajos proyectados por el arquitecto Erik Bryggman (1891-1955) constituyen las obras de mayor significado  del funcionalismo en Finlandia. La corriente funcionalista había nacido bajo el lema “la forma sigue a la función” pero el funcionalismo de Aalto fue más allá. La forma sigue a la función pero también a la experiencia directa; estamos delante de un funcionalismo mucho más amplio que el puramente técnico según afirma el propio Alvar Aalto, un funcionalismo humanizado que es la base de la Arquitectura de los Sentidos.

«El funcionalismo es correcto sólo si puede ampliarse hasta abarcar incluso el campo psicofísico. Ese es el único método de armonizar la arquitectura”. Alvar Aalto

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