Intervención respetuosa con el entorno y perfectamente integrada en el paisaje.
Durante la crisis económica del 2007 el sector inmobiliario y turístico quedó muy afectado debido a la especulación urbanística que se vivió durante el boom inmobiliario. Este acontecimiento obligó a buscar nuevas formas de pensar el turismo y de construir, que pusieron de manifiesto la importancia de la conservación y rehabilitación del patrimonio existente para reconvertirlo en espacios respetuosos con el entorno y que ofrecieran nuevos servicios a un nuevo turismo que surgiría en este nuevo contexto.
Historia y entorno
En el año 2008, Criteria Arquitecthos recibió el encargo de diseñar un spa en una zona de una auténtica masía catalana construida en el año 1612 con las ruinas de un antiguo castillo, reconvertida en un bonito hotel de lujo de ocho habitaciones personalizadas: el Hotel Mas Gran.
La antigua masía se encuentra en la urbanización Vall Repòs, en un espacio protegido dentro de la Sierra de las Gavarres, en la comarca del Empordà, cerca de poblaciones como Palamós o S’Agaró. Tal y como su propio nombre indica, el espacio da lugar al descanso o a practicar actividades lúdicas en un entorno envidiable, en medio de la naturaleza dentro de un bosque típico del Mediterráneo.
Para poder ofrecer una gran variedad de actividades y servicios más allá del alojamiento, se pensó en ampliar la oferta con una zona de relax y spa que dispusiera de aguas termales tanto en el interior como en el exterior, que iría ubicada en un anejo de planta baja de la masía.
Integración al paisaje
La actuación para rehabilitar una zona de la masía y reconvertirla en spa para desconectar del estrés de la ciudad y descansar, tenía que hacerse con mucho cuidado y respeto a la historia y tradición de la zona en la que se encuentra.
Una de las prioridades con las que trabajó Criteria Arquitecthos fue la de garantizar la integración de este nuevo espacio en el paisaje que lo rodea. Por eso, tanto desde la zona de las piscinas como desde la zona de las tumbonas se creó una continuidad visual a través de unos grandes ventanales entre dos mundos, entre lo cerrado y lo abierto, entre el interior y el exterior, entre lo público y lo privado, entre la sombra y la luz.
Los ventanales, que forman parte de la composición de la fachada, constituyen un contorno que enmarca el paisaje. Todo es un placer para los sentidos, ya sea por las visuales al observar la cuidada decoración o por los paisajes que se divisan a través de las ventanas.